Sonetos de bienvenida a Joaquín Sabina
I
Los malditos puntos suspensivos
Con tu cara de niño malcriado/
por joder vienes a Santo Domingo/
a reír de tus penas y las nuestras /
a gozar del dolor de tus amigos/
Vienes a disfrutar las letanías/
(pendenciero, indecente) los fracasos/
tristes sueños de amores destrozados/
sin Cristales de Bohemia sin El Carlos/.-
Si Pavel te secuestra y no te veo/
no hará falta, te veré entre tus canciones
que son más que tú, que sólo eres/
nuestro Dios casi ateo de las pasiones,/
un juglar tan amado y maldecido/
torturador Opus Dei donde más duele/
(!ay! Joaquín)
¡Solo sus dobleces hieren más que tu estribillo!
Pero como estamos en fiesta sin guardar/
karaoke de cantos florecidos/
Aquí va mi petición. ¡Yo pongo el vino!
A ver si le cantas por venganza/
a un amor de mentiras ¡tan mentido!
que eran ciertos tus puntos suspensivos.
II
Soneto a mi amigo cantor de los vencidos
Le hablo donde esté a un tal Sabina/
degenerado señor de buenas noches
roedor de dolores sin remedio/
coleccionista de pubis y reproches
Buen amigo del diablo y sus desmanes/
la Magdalena te ha amado sin complejos
es una pena cruel que ya no bebas/
excesivo Joaquín de los excesos
A tu salud ¡cuánto vino yo he brindado!
te debía este soneto, alguna novia,
por tus quinientas noches sin olvido.
Por ser faro de sombra en mis derrotas/
el bálsamo inmoral de la memoria
el amado cantor de los vencidos.