Lo que ha seguido a la quiebra de TelexFree es una historia de lamentos, de personas que invirtieron sus recursos en un negocio fácil y ahora han quedado sin nada. Pero el caso, que no es el primero de esa naturaleza, también entraña una historia de irresponsabilidad. Por desesperación o ignorancia, la gente se dejará siempre seducir por el espejismo. Pero son las autoridades las que tienen que velar para que esas cadenas o negocios garanticen los depósitos o las inversiones de sus clientes.
Pro Consumidor aduce que desde hace más de un año había alertado a la Procuraduría General de la República y la Superintendencia de Bancos sobre los riesgos que implicaba el sistema de Telexfree, pero es obvio que no se le hizo caso.
Porque de haberse iniciado una investigación exhaustiva, los gritos de afectados que perdieron millones de pesos se hubieran evitado. Ahora se toma el camino más irresponsable de culpar a las víctimas de ingenuidad al confiar en un negocio que operaba anormalmente.