Con la crisis de las relaciones bilaterales entre la República Dominicana y Haití, no hay solución a la vista. Cualquier arreglo parte de que se establezca en Haití un gobierno democrático, y se erradiquen las bandas.
No hay orden en Haití, ni sectores con los que se pueda dialogar. El único camino, en esta perspectiva, es mantener una fuerte vigilancia fronteriza por parte de los guardias dominicanos.
La crisis interna armada de los haitianos se tendrá que solucionar con el esfuerzo de los Estados Unidos, Canadá y Francia, y la Organización de Estados Americanos y las Naciones Unidas. Ellos pueden formar una fuerza de intervención que tenga por objetivo único poner fin a las pandillas criminales.
Ese control armado no puede estar únicamente en las botas de soldados kenianos. Ya el caso haitiano depende de las grandes potencias y organismos internacionales, y pasa por la intervención militar. Siempre es un recurso odioso emplear la fuerza interventora en un país, pero Haití no tiene otra salida.
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Las bandas se eternizan en una especie de poder anárquico amplificado por las vejaciones, violaciones y atropellos a todos los ciudadanos. Es hora de convocar a la opinión internacional para que se plantee una salida real.
Para la ONU será difícil, por no decir imposible, lograr la estructuración de una intervención comandada por sus Cascos Azules. Para poder crear la fuerza interventora necesitan tener el apoyo total del Consejo de Seguridad, donde un voto en contra significa que se bloquea cualquier medida o resolución.
China Y Rusia han destacado en numerosas ocasiones que no apoyarán una intervención bajo la bandera de las Naciones Unidas. De ahí el caso de Kenia, que no fue un movimiento del organismo mundial, sino de tres de sus miembros, como son los norteamericanos, los canadienses y los franceses.
Frente al cuadro haitiano, para los dominicanos hay varios puntos importantes. Nunca ser miembro de una fuerza interventora. En ese conflicto no debe correr peligro ningún soldado dominicano. El control fronterizo si se debe mantener a como dé lugar.
Hay que hacer respetar, en el plano interno, la política de control de indocumentados. Todo haitiano, o extranjero, ilegal, debe ser repatriado en el acto. Se tiene que mantener la firmeza de que son haitianos los hijos de indocumentados nacidos en el país.
El conflicto interno haitiano no es de la competencia de los dominicanos. De este lado de la frontera hay que mantener la política migratoria de no a los ilegales. ¡Ni cuotas ni permisos temporales!.
Manuel Hernández Villeta