La propagación de los virus de chikungunya y dengue, así como la crisis que afecta a la mayoría de los hospitales públicos de referencia se erigen como una gran emergencia sanitaria muy asociada a la pobreza, marginalidad y desatención.
Sin dejar de reconocer los esfuerzos que realiza el Ministerio de Salud para contener el avance de esos virus, el Gobierno debería diseñar un mayor abordaje a tan compleja situación que ha desnudado la inoperancia de los servicios hospitalarios oficiales.
Hospitales como el Luis Eduardo Aybar, Juan Pablo Pina, Robert Reid Cabral, Francisco Moscoso Puello y Padre Billini, han colapsado, no solo por la gran cantidad de pacientes que reciben afectados de chikungunya, sino por falencias relacionadas con la carencia de equipos, medicinas e insumos.
La cancelación de los directores de esos centros no parece ser la única solución a un serio problema generado por la carencia de recursos o enormes deudas acumuladas con suplidores de medicamentos e insumos hospitalarios.
La expansión de los virus de chikungunya y dengue que transmite el mosquito Aedes aegypti está relacionada con la miseria y exclusión que padece más del 43 por ciento de la población, que para colmo carece de acceso a servicios médicos o preventivos de calidad.
No basta que el Ministerio de Salud Pública emprenda una campaña de tinte sanitaria para procurar que comunidades que malviven al otro lado de la verja de miseria se deshagan de cachivaches que sirven de criaderos del mosquito vector. Hace falta diseño y ejecución de un programa integral que ataque la pobreza.
Sin que todavía la epidemia llegue a su clímax, el Gobierno no puede ocultar que la mayoría de los hospitales públicos están virtualmente inhábiles para atender un número mayor de pacientes o proveerlos de los medicamentos esenciales, razón por la que debe acudir en su auxilio de manera urgente.
Es claro que el principal criadero de virus y enfermedades transmisibles de todo tipo, lo representa la cruenta pobreza y marginalidad que padece casi la mitad de la población, que para mayor desgracia esta hoy desprotegida de servicios básicos de salud. Ese es el drama. Ese es el problema.