Estamos ligados al universo. Ahora bien, inferir que existe una fuerza mayor que durante una semana ordenó de manera perfecta cada cosa, me parece una afirmación gratuita.
Para la mayor parte de quienes se dicen ateos, su fundamento no es filosófico sino emotivo, algunos porque se les murió un ser querido, porque han sufrido desgracias personales o porque su situación material no es buena. Este ateísmo es casual. Una vez mejora la situación, el individuo vuelve a creer.
Escritores como José Saramago, que dudaron de la existencia de una fuerza sobrenatural que controla el destino hay muchos, pero pocos con el valor de decirlo en un mundo esencialmente hipócrita.
Gritar : soy ateo como lo hizo el Nobel de Literatura, en más de un ocasión es una muestra de valentía generada por el convencimiento de su creencia en las cosas materiales, en las realidades sociales, en la opulencia de unos pocos y la miseria de muchos.
Esta es una manifestación inusual en los escritores. De ahí que el ateísmo de Saramago es el ateísmo de quien denuncia la injusticia y las desigualdades: un ateísmo humanista.
Hay personas que no pueden vivir sin este bastón al que llaman Dios, a ellos mi respeto, pero no mi admiración, porque en nombre de Dios fue diezmada la población indígena en América, se han motivado las principales guerras, y justificado acciones contra pueblos indefensos y gobiernos democráticos.
De ahí mi adhesión al evangelio de Saramago, que no llama chusma a quienes reclaman mejores condiciones de vida, y no tiene versículos que permitan comercializar la educación de los pobres, a través de costosísimos colegios y universidades.
En el mundo hacen falta muchos ateos como Saramago, que practiquen la solidaridad y la honestidad, que no se oculten bajo la sombra de un Dios para explotar y vivir como dioses a costa de la ignorancia ajena.
Quienes filosóficamente somos ateos lo hacemos sobre el concepto materialista dialéctico y construimos formas colectivas de vida. No soy un ateo militante, en el sentido de ir a la guerra contra los que creen, pero que me dejen en paz si no creo.