Al comenzar a escribir estas reflexiones sintonicé en las redes el programa “Casa de Alofoke”, al que estaban conectados 426 mil personas, atentos a un contenido muy distante del interés que provocaría un juego de Licey contra Águilas o una rueda de prensa sobre el curso del huracán Melissa.
Dicen que en horas del día o de la noche, la audiencia de ese “Reality Show” se acerca al millón internautas, la mayoría jóvenes entre 17 a 29 años, pero también mucha gente de la tercera edad a quienes también le atrae su contenido basado en cuestiones insulsas que se mercadean como entretenidas.
Psicólogos, psiquiatras, y políticos bregan por explicar el éxito esa producción audiovisual que presenta un grupo de talentos o influencers interactuando en una habitación, pero más difícil ha sido explicar el altísimo nivel de influencia que ejerce el productor de ese espacio sobre un segmento de la juventud.
Álvaro Arvelo hijo (qepd) estrenó con notable éxito de audiencia el uso de palabras obscenas o de contenido no apto para menores, en sus comentarios que emitía a través de un programa interactivo en la emisora la Z, que su persona colocó entre los más populares de su género. Santiago Matia, ideólogo de “Alofoke”, sin las luces de Alvarito, cambió las expresiones fuera de tono por palabras soeces en el abordaje de temas de farándula, o de asuntos políticos o sociales, aunque se le reconoce habilidad en manejo de contenido, como productor y un sólido liderazgo entre sus pares.
No abordaría este tema, si no fuera por el temor de que un segmento de la juventud dominicana asume el discurso de Alofoke porque cree que desafía cánones tradicionales de la sociedad, o como forma de protesta o rechazo al discurso político o al sistema dominante que promueve exclusión económica y social.
Álvaro Arvelo llevó a la “Z” al pináculo, con su erudición y uso cotidiano de expresiones atentatorias a las “buenas costumbres”, pero Santiago Matías también ha triunfado en medios de comunicación alternativos con el empleo de términos vulgares o soeces, aunque en este último caso, el agua se derramada entre las manos.
Omar Fernández, por propios méritos, se erige hoy en un notable líder popular entre la juventud y también entre jóvenes contemporáneos y adultos mayores, con quienes ha conectado a través de un discurso sano, sencillo, que ha logrado penetrar incluso en el mismo blanco de público de Alofoke.
Se requiere analizar a profundidad el fenómeno Alofoke, ante la posibilidad de que se trate del resabio que a través de sus plataformas expresan núcleos juveniles y de adultos contemporáneos ante un orden político, económico y social que creen excluyente, o que simplemente la vulgaridad sigue de moda.

