La irónica experiencia
Primero por los deseos de su madre y luego por convencimiento propio, Camilo decidió y se mantuvo firme en terminar su bachillerato y entrar a la universidad para estudiar administración de empresas.
Sus historias son las comunes cuando una persona de bajos recursos se quiere superar y decide enfrentar lo que se presente, y seguir hasta el final aunque llegue desfallecido. Su madre, viuda, ganó dinero lavando ropa, vendiendo comida en algunas esquinas, cuidando niños en su casa y muchas cosas más, para mantener la casa y ayudarlo a buscar un mejor futuro.
Los años pasaron y siendo ya un adolescente, Camilo trabajó en un colmado, en un taller de mecánica, en una tienda de electrodomésticos, y así llegó a la universidad, mientras buscaba a la par, un trabajo que fuera parte de la carrera que estudiaba para ir abriéndose paso. Pero nunca consiguió.
Un año después de culminar su carrera con el cuerpo y el alma lesionados de tanto esfuerzo, con mil historias de sacrificios que contar, con su madre envejecida y enferma de trabajar por este logro, todas las empresas le decían que querían alguien con más experiencia. Esta petición hizo que laborara a modo de pasantía en dos empresas en las que por no haber vacantes no lo pudieron colocar, mientras en las noches daba servicio de taxi hasta altas horas.
Igual le pasó a Juana, quien estudió comunicación y su experiencia de trabajo fue en un archivo, en la limpieza de una clínica y limpiando casas a domicilio. Ya hoy en día ni menciona lo que estudió, asumiendo que eso nunca lo trabajará.
Camilo y Juana son: Rafael, Margarita, Eloisa, Ingrid y muchos más de los bloqueados por el requisito de la experiencia, laboran en lo que menos imaginaron que harían, desbaratando sus ilusiones y tirando por el suelo sus esfuerzos de tantos años.
Muchos terminan encontrando el anhelado trabajo, pero con un sueldo que solo los invita a seguir haciendo otras labores para poder completar con poco, lo que necesitan para vivir.
Mientras van caminando por la vida, dejan sus historias de desesperanza en otros jóvenes que deciden no pasar por lo mismo y por eso se encarrilan por otros caminos.
Es la cotidianidad de un país que te exige saber mucho a destiempo y no te ofrece la oportunidad de enseñarte.