La unión en el rebaño obliga al león a acostarse con hambre, reza un proverbio africano. El león ha salido otra vez, rugiendo amenazador.
El dócil rebaño de dominicanos, huye despavorido ante la presencia del rey de la selva, que se apodera de las calles, enseñando sus garras ensangrentadas.
Dejando tras sus pasos, la muerte, el hambre y la miseria.
Y ahora promete llenar al país de miedo, trayendo el cólera.
Sus garras, los fusiles y ahora el cólera cobrando vidas.
No le será difícil, dando paso a miles de haitianos afectados de esa letal enfermedad.
Lo cierto es que al león se le han ido las garras, esta vez.
Se ha excedido al mofarse de una epidemia que ha segado la vida a centenares de haitianos, pendiendo sobre nosotros como espada de Damocles.
Un chiste de mal gusto que ha sido tomado al pie de la letra por los vecinos haitianos.
Hordas despavoridas embisten la débil vigilancia de nuestra frontera.
En la mayoría de los casos, logran penetrar a territorio dominicano para sumarse así a los casi dos millones de haitianos ilegales, ahora sin controles sanitarios.
Acostumbrados a éste y a otros males, parece que también tendremos que celebrar la mortífera promesa del león.
A ver si nos unimos todos, como mansos corderitos, pero firmes y decididos, para obligar al león a acostarse con hambre.
Este inaguantable león debe estar empachado de tanto comer.
Cuatro años de ayuno y abstinencia, es seguro que no lo matarán de hambre.