Diez años después de su adhesión al Tratado de Libre comercio con Estados Unidos DR-Cafta, República Dominicana se ha convertido en importador neto de ese mercado en vez de exportador, como lo era antes de 2002, lo que indica que ese convenio comercial ha causado un déficit comercial acumulado de casi 16 mil millones de dólares.
A partir de enero de 2015 todas las importaciones manufactureras desde territorio estadounidense y naciones de Centroamérica ingresarán libres de arancel, lo que sorprende a la industria local desamparada para sobrevivir a un tipo de competencia absolutamente desigual, lo que significaría cierre de empresas y pérdidas de empleos.
Para que se tenga una idea de lo que ha significado el DR-Cafta se señala que en el 2002 las exportaciones totales a Estados Unidos ascendieron a cuatro mil 222 millones de dólares y las importaciones a US$ 2,896 millones, pero solo un año después de la firma de ese tratado comercial, las ventas fueron de US$ 4,406 millones y las importaciones subieron a US$ 3,722 millones.
Ya para 2008, las importaciones ascendieron a seis mil 636 millones de dólares, con saldo deficitario en la balanza comercial de US$ 3,214 millones. En los primeros tres años de vigencia del DR-Cafta, el déficit comercial con Estados Unidos ascendió a siete mil 641 millones de dólares y para 2104 se acerca a los 16 mil millones.
¿Cómo explicar que mientras estuvo en vigencia la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, los términos del intercambio comercial con Estados Unidos eran favorables para la economía dominicana y que después de diez años del DR-Cafta se acumule un déficit de tal magnitud? Ya es tiempo de confesar que República Dominicana nunca negoció ningún tratado de libre comercio con Washington, que lo que se produjo fue una simple adhesión a un convenio ya firmado con Centroamérica.
Llama la atención que naciones como Costa Rica, El Salvador y Nicaragua han logrado incrementar sus exportaciones hacia el mercado estadounidense al amparo de ese acuerdo comercial, mientras que República Dominicana incrementa importaciones y reduce sus exportaciones, sin que tampoco se beneficie de transferencia tecnología o de un flujo de inversión importante.
El sector productivo nacional tiene la falsa creencia de que el lobo llegaría en enero con el desmonte total de aranceles respecto a importaciones provenientes de Estados Unidos y Centroamérica, pero hace tiempo que está en territorio nacional, como lo demuestran las desalentadoras estadísticas sobre el intercambio comercial con la Unión Americana.
Gobierno y empresariado deberían alejarse del muro de los lamentos y conciliar una agenda de urgencia a los fines de abordar el drama que para los intereses nacionales significa la vigencia de un tratado comercial que en la práctica solo ha beneficiado a Estados Unidos y naciones del istmo centroamericano. Algo hay que hace r… y rápido.

