Opinión Articulistas

El mito nacionalista

El mito nacionalista

Orlando Gómez

(2)

Hace unas semanas escribí de cómo, no obstante el Estado haber complacido al sector nacionalista deteniendo el otorgamiento de visas y permisos de trabajo en Haití, construido el muro y ejecutar la deportación de más de 300,000 personas, ninguno de los problemas que estos atribuyen a los migrantes haitianos se solucionó, de hecho en muchos casos empeoró. En esta ocasión quiero llamar la atención sobre lo que potencialmente sí nos ha traído el haber complacido a los nacionalistas.

El sector construcción ha venido contrayéndose cada trimestre desde el último de 2024. Hay muchos factores que pueden explicar este comportamiento del sector que van desde la inflación, las altas tasas de interés y los retrasos burocráticos los que probablemente han tenido una alta incidencia en la contracción de la construcción, pero estos factores no han variado significativamente de como estaban en los primeros 9 meses de 2024, de hecho varios de estos han mejorado sustancialmente.

Quizás no sea coincidencia que el decrecimiento de la construcción inició justo en el mismo trimestre en el que el Estado inició su campaña de deportaciones masivas.

El resultado de las deportaciones masivas también se va manifestando en las exportaciones agrícolas nacionales, en particular en la reducción de las exportaciones de banano y tabaco, sectores que tenían alta dependencia de la mano de obra haitiana.

Todo lo anterior deriva de una vista superficial de los datos económicos publicados por el Banco Central, sería de mucho valor un análisis exhaustivo que pueda dimensionar adecuadamente el costo económico que ha representado el haber complacido a las nacionalistas.

Aunque dudo mucho que la desaceleración económica se deba en todo o siquiera en su mayor parte a la política de deportaciones, expulsar a 300,000 personas, en su mayoría productivas, de un país de un poco más de 10 millones de personas en tan corto tiempo, necesariamente iba a tener un impacto en nuestra economía.

Por encima de las consignas nacionalistas importadas desde Estados Unidos que hablan de invasiones, reemplazos, robo de empleos, depresión salarial o aumento de la criminalidad, todas demostradas falsas en este último año, sí se tapa una realidad importante de nuestra población inmigrante, la inmensa mayoría trabaja y consume en nuestro territorio, y son una parte importante de nuestro motor económico, expulsarlos nos ha salido caro por doble partida, el costo base (bastante elevado) del programa de deportación y el costo económico de no tenerlos acá trabajando y consumiendo.

Es mi deseo que esta sea una lección aprendida para el Estado y muy especialmente para nuestros políticos que con frecuencia se dejan tentar por los cantos de sirena nacionalistas.

Necesitamos un sistema de inmigración efectivo y estratégico, que reconozca los beneficios y los retos de todo tipo de inmigración y que pueda adaptarse a las necesidades del país, pudiendo ser restrictivo en aquello que sea necesario e inclusivo en el manejo de la mayoría de los casos. Las pancartas nacionalistas, por el propio bien de la nación, deben pasar a ser cosa del pasado.