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El PRM y su destino

El PRM y su destino

Luis Pérez Casanova

Las elecciones de Estados Unidos que ganó el magnate Donald Trump representan un elemento de inflexión por estos lares para el PRM. Porque el republicano, con todo y el fardo de acusaciones que en cualquier democracia descartaban su victoria, contó con el descontento de los electores demócratas, distribuidos entre minorías, afroamericanos e inmigrantes, para imponerse con autoridad en las urnas.

Los demócratas tenían a su favor la recuperación de la economía, la reducción al mínimo del desempleo y el control de la inflación, la cual, tras la pandemia, se convirtió en la principal queja de las masas populares. Esos factores descartan que el elemento económico fuera el de más peso para la decisiva emigración de los electores que se creían cautivos del partido en el poder.

La candidata Kamala Harris les garantizaba, además, los derechos y la seguridad que Trump, con una campaña grosera y descarnada, ha amenazado con revisar y hasta eliminar conforme a las circunstancias. Tal parece que esos electores se cansaron de la desatención y se las tenían guardadas a los candidatos del partido en el poder.

La reflexión a que debe abocarse el PRM por la victoria de Trump deriva de si la buena gestión y el liderazgo del presidente Luis Abinader bastan para ese partido retener el poder en las elecciones de 2028 con cualquier candidato.

La organización luce desmovilizada y desconectada de su base de sustentación. Salvo Eddy Olivares y uno que otro dirigente el partido no ha sacado la cabeza ni siquiera para explicar o capitalizar las reformas impulsadas por el mandatario.

Con unos funcionarios que por demás son islas de poder, a quienes importa más su entorno que la suerte de esa militancia que soportó 16 años de oposición, por el derrotero que transita abundan las interrogantes sobre el destino del PRM.

De hecho ha habido señales muy elocuentes de rechazo al partido. Abinader ha implementado programas que benefician al votante perremeísta, pero, como aparentemente ocurrió en Estados Unidos, el alejamiento de los dirigentes nacionales es un factor puede gravitar en las próximas contiendas. Si los líderazgos locales (senadores, diputados, alcaldes y directores de juntas distritales) no hacen su trabajo con los electores, no se sabe cuál podrá resultado de las próximas votaciones.

Si en Estados Unidos a los sufragistas no les importa el pasado de los candidatos, por aquí menos. Se estaría en un error si se piensa en la lealtad del votante.

En diferentes certámenes las preferencias han variado de un partido a otro, con lo que se demuestra que hay una masa de electores, que posiblemente sea la que decida los comicios, que no es propiedad de ningún partido.