El Comité Nacional de Salarios dispuso ayer, con la anuencia del sector empresarial y sin el consentimiento de las centrales sindicales, un aumento de 14% en el salario mínimo para los trabajadores no sectorizados, lo que en vez de buena noticia, se recibe como nota de pesar.
A partir del 1 de junio, los tres diferentes salarios mínimos, en escala de mayor a menor, serán incrementados en RD$1,580.88, RD$1,086.82 y RD$963.20, respectivamente, lo que no satisface el requerimiento del sector sindical que aspiraba a un 19%.
La primera nota discordante lo representa el hecho de que se trata de un incremento pírrico, impuesto en medio de un disenso preestablecido, en razón de que nunca hubo voluntad de alcanzar un acuerdo equidistante entre lo ideal y lo posible.
El Banco Central ha señalado que desde 1979, el salario real ha perdido un 13% de su capacidad o poder adquisitivo, lo que se refiere a la degradación de la moneda, por lo que esa disminución es mucho mayor, si se toma en cuenta que el salario nominal ha estado virtualmente secuestrado durante muchos años.
No se diga ni de juego que representa un empleo digno el que provee un salario de RD$7,843.20, porque ese dinero no alcanza ni para morirse, como tampoco cubren los gastos mínimos de una familia, los sueldos de RD$12,872.88 o de RD$8,849.82.
La canasta básica alimenticia, sin incluir transporte, costo de vivienda y educación, supera con creces al más alto de los salarios mínimos, sobre lo que se ha dispuesto un aumento de un 14 por ciento.
El problema radica en que el mayor peso del mentado costo del crecimiento y del desarrollo se ha puesto sobre los hombros de los empleados y trabajadores, sin tomar en cuenta que, además de su invaluable aporte a la generación de riquezas, constituyen la masa principal que estimula el consumo de bienes y uso de servicios.
Los gremios empresariales persisten en el error de desdibujar la participación de los trabajadores en la creación o generación de riquezas, al considerarlos como una carga o un costo y no como un socio que emplea su mano de obra y sus habilidades para garantizar rentabilidad. Se insiste en enseñar al burro a no comer.