Al margen de si el controversial presidente Javier Milei merecía ganar o no las elecciones legislativas del domingo 26 de octubre, a quien se tiene que endosar la victoria en los tensos comicios es al estadounidense Donald Trump.
De no ser por el salvataje de 20 mil millones de dólares, condicionados a que los resultados de las urnas favorecieran al oficialismo no es verdad que los electores de la nación más culta de América Latina y cuna de figuras tan emblemáticas como el laureado poeta y ensayista Jorge Luis Borges y los astros del fútbol Diego Armando Maradona y Lionel Messi, iban a respaldar el programa ni el estilo de Gobierno de Milei.
Los argentinos, que se ufanan de sus leyendas, de su cultura, vinos y hasta de la nacionalidad del primer Papa latinoamericano, saben lo que es una crisis económica. Cuando el triste corralito de 2001, en que se restringió el acceso a los depósitos bancarios para evitar una corrida, los ciudadanos más encopetados tuvieron que tirarse a las calles para satisfacer precariamente sus necesidades.
Esa crisis, que convirtió a los argentinos en objeto de burla y en muchos países se les obstaculizó la entrada, sus ciudadanos no están dispuestos a repetirla por orgullo político ni por ninguna otra razón. Si Milei es quien evita que se vuelva al precipicio, entonces se respalda a Milei. Pese al rígido programa para sanear la economía, los resultados dejan mucho que desear. Y la mejor muestra es la crisis que determinó la injerencia de Trump en los comicios.
El 41 % que obtuvo La Libertad Avanza para alzarse con la victoria hasta en la provincia de Buenos Aires, donde venía de sufrir una aplastante derrota en los comicios municipales, también incidió la filosa espada de los aranceles.
A Brasil, por la justicia condenar al golpista expresidente Jair Bolsonaro, Trump, sin reparar en independencia de poderes, le impuso aranceles de un 60 % a sus exportaciones a Estados Unidos. Es obvio, pues, que de no ganar Milei, Argentina se hubiera a trillar un sendero incierto. Ningún otro gobernante había sido más elogiado que Mauricio Macri cuando perdió la reelección de Alberto Fernández. Milei y los suyos pueden saborear la victoria, porque ganaron.
Pero antes que nada deben agradecer la injerencia de Donald Trump e incluso reflexionar sobre el 34 % que aún con todos los factores en contra, incluyendo una división de su fuerza electoral, alcanzó la oposición representada por el peronismo.

