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El pasado 7 de octubre el mundo fue testigo del peor ataque terrorista desde el 11 de septiembre, cuando militantes de Hamas, Jihad Islámico, la Brigada de Mártires de Al-Aqsa entre otros grupos terroristas, penetraron pueblos como Sderot, Be’eri y Ofakim en Israel y mataron alrededor de 1,200 personas, secuestraron más de 200 y dejaron más de 5,000 heridos.
Al día siguiente de ese acto barbárico iniciaron las manifestaciones aclamando un “cese al fuego” (negando el derecho de Israel a defenderse), acusando a Israel de cometer genocidio y vociferando “desde el río hasta el mar, Palestina será libre”, siendo esto último un claro llamado a la eliminación del Estado de Israel y el genocidio de los judíos. Y si bien reconozco que no me sorprenden tanto ese tipo de manifestaciones dado a lo cargado que siempre ha sido el tema entre Israel y Palestina, sí quedé muy consternado por la cobertura de la prensa no solo a esas manifestaciones sino al conflicto actual en Gaza de manera general.
La primera víctima de la guerra es la verdad, y los periodistas son los primeros en saber eso. Esa consideración ha sido más que evidente en la cuidadosa cobertura de la prensa en conflictos como la invasión rusa a Ucrania, los choques entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno-Karabahk, la invasión de Afganistán de 2001 y la guerra de Irak en 2003. Ese cuidado y rigurosidad, sin embargo, parecen ser lanzados por la borda desde que el conflicto ocurre en Israel.
En gran medida la prensa internacional ha venido dando cobertura al conflicto en Gaza sin proveer adecuado contexto. Israel no ha estado dentro de Gaza en ninguna capacidad desde el 2005 cuando estos abandonaron de manera unilateral el territorio para facilitar la implementación del acuerdo de paz apoyado por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas, que finalmente no se pudo implementar por incumplimientos tanto de Israel como Palestina. Desde el año 2007, Gaza ha estado bajo el control administrativo, militar, social y político de la organización terrorista Hamás, por lo que toda información “oficial” desde Gaza viene de un grupo terrorista, lo que rara vez es aclarado en la cobertura de la prensa.
Para Israel poder ejercer su derecho de defensa, este siempre va a estar en una posición particularmente difícil. Los combates urbanos son muy peligrosos, confusos y propensos a producir una alta cantidad de bajas civiles aún cumpliendo con todas las normas internacionales que rigen las guerras. Esto se agrava cuando se combate con un grupo terrorista que no siente ninguna obligación de adherirse a esas reglas y utilizan a su población e infraestructura civil como un activo militar más dentro de su arsenal.
Está bastante documentado el uso de ropa civil por parte de los militantes de Hamás para mezclarse con la población al momento de ejecutar sus ataques, por igual el entrenamiento y uso de niños soldados y de mujeres vestidas de civiles para inmolarse. Esto se suma al uso habitual de escuelas, hospitales y otras infraestructuras habitualmente protegidas bajo las normas de la guerra para desde allí ejecutar sus ataques.