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En la capital: La ocupación de espacios públicos es historia sin fin

En la capital: La ocupación de espacios públicos es historia sin fin

Transitar diariamente o vivir en la calle Rafael J. Castillo, del ensanche La Fe, es un drama caótico y estresante, ya que talleres y negocios operan en las aceras y en plena vía, y como si esto fuera poco ambas calles son usadas como parqueos. jorge gonzalez

Jorge González
jgo.jorgegonzalez@gmail.com
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La historia parece ser la misma de siempre. La ciudad de Santo Domingo crece de manera horizontal y vertical, con un aumento cada día en la cantidad de vehículos, peatones y negocios en calles y avenidas, por lo cual el caos y la ocupación de espacios públicos, especialmente en calles y aceras, son más abrumadores.
Caminar por las aceras de la mayoría de los barrios de la capital se ha convertido en una acción imposible, debido a que propietarios de pequeños negocios y chiriperos de todo tipo han tomado estos espacios para instalarse de manera provisional o estable.
Talleres de diversos oficios, cafeterías, puestos de ventas de frituras, frutas, jugos, café, etc., mejor dicho en las aceras, calles y espacios públicos del Gran Santo Domingo se fabrica, se repara, se cocina y se vende de todo, a expensa de los peatones y a las violaciones de leyes y disposiciones municipales.
Los peatones ya casi no pueden usar las aceras y a riesgo de su integridad física o cualquier eventualidad deciden hacerlo por las calzadas destinadas a los vehículos, con la salvedad de que muchas vías también son tomadas por negociantes (ponen mesas y carpas) o usadas como parqueo de ambos lados.
Pasan los días, semanas, meses, y años, van y vienen nuevas autoridades municipales y la única realidad es que todo empeora con el paso del tiempo, sin que la solución parezca llegar desde las alcaldías, el Gobierno Central, o de la misma providencia.
Calles y aceras intransitables ya sea por la ocupación ilegal, a su mal estado o por no tener tapas los hoyos de alcantarillas, por la falta de mantenimiento. Postes del tendido eléctrico cayéndose y alambres al ras del suelo por doquier. Son solo algunas de las cosas que esperan la intervención urgente de las autoridades.
Aceras, utilizadas como estacionamientos, zonas de cargas y descargas, depósitos de materiales de construcciones, talleres, paradas del transporte público, comedores ocasionales, mostradores de tiendas y ventas de cachivaches. Individuos pintando o reparando cualquier cosa, es lo normal en la ciudad, y ya la denuncias de la ciudadanía, se quedan perdidas en el espacio, el tiempo y el papel.
Las hemerotecas de los diarios y las ediciones anteriores de sus versiones digitales colgadas en la red están llenas de titulares y reportajes que por años denuncian el caos en sentido general del Gran Santo Domingo. Sin embargo ningún alcalde o autoridad ha enfrentado esta problemática convirtiéndola en un cancel endémico que pareciera no tener cura.
Muchas de las aceras se han convertido en pequeños callejones, en donde los peatones deben caminar con todo cuidado para no tocar las mercancías o productos tirados o exhibidos en pleno suelo.

Sitios más caóticos
La ocupación de aceras encuentra su punto más álgido en lugares como la esquina de la calle París con Duarte, todas las calles de Villa Consuelo, Villa Juana, el Pequeño Haití, ensanche La Fe, y el barrio 27 de Febrero donde casi todas las calzadas son usadas para la compra y venta de cachivaches.
Otras vías que se suman al desorden y la ocupación son las avenidas Nicolás de Ovando con Máximo Gómez, Paseo de los Reyes Católicos, Francisco del Rosario Sánchez, Padres Castellanos (17). Estas vías están ocupadas por vendedores informales que instalan cocinas, cafeterías, frituras y talleres que dan una diversidad de servicios.

Villa Juana y La Fe
El ensanche La Fe y Villa Juana comparten una similitud a nivel topográfico y si se quiere urbanístico. Barrios formados en cuadrantes con viviendas y negocios normales como colmados, farmacias, tiendas, cafeterías, talleres (mecánica, desabolladura y pintura, ebanistería), entre otros establecimientos.
Con el paso del tiempo estos sectores que eran exclusivamente para viviendas, se han ido transformando en lugares de negocios de ventas de repuestos, de partes de vehículos, y reparación e instalación de gomas, puertas, cristales, transmisiones, entre otras cosas.
Sus pequeñas calles viven diariamente atestadas de carros parqueados a ambos lados de la vías, ya que siendo barrios en principio residenciales no resisten el flujo de movilidad vehicular que visitan negocios que antes eran casas y que no disponen de espacios internos (para reparar o instalar) ni de parqueos para recibir clientes.

En Villa Juana no hay espacios para caminar. Esta imagen fue tomada en la calle María Montez. El Nacional/ Jorge Gonzalez

Descripción
Imagínese una calle llena de carros a ambos lados, un hombre reparando un vehículo en plena acera, otro individuo pinta una yipeta en la calle; mientras en un negocio un montacargas descarga tubos de metal desde una patana aparcada en la misma vía.
A todo esto agréguele en la acera derecha decenas de negocios que exhiben sus mercancías, mientras un friturero, un vendedor de empanadas en una pequeña camioneta, y una señora que hace café, ofertan y vende sus productos en plena acera.
En la otra acera nada es diferente. Un hombre vende cachivaches, una mujer de media edad vende ropas, un negocio exhibe gomas usadas, aceites y filtros, y varios carros subidos en gatos hidráulicos son intervenidos por mecánicos y electricistas que reparan sus fallos.
Un verdadero caos generalizado es lo que se vive en muchos de los barrios del Distrito Nacional sin que al parecer a nadie le importe.

El Nacional

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