La guerra híbrida
La guerra híbrida es la más avanzada expresión de ese fenómeno que ha acompañado a la humanidad desde la noche de los tiempos. Es tan sutil, envolvente, insidiosa, elusiva, que no necesita ser declarada. Ni se percibe que se está inmerso en ella, porque los frentes de lucha en los que se libra son cambiantes, múltiples, versátiles, insidiosos, algunos aparentemente inocuos.
Sin embargo, pueden causar grandes estragos sin estruendos de bombas, sin impactos de misiles, sin el espanto de grandes despliegues militares. Debilitar, enervar, dividir, desorientar, confundir, dislocar, estigmatizar, desmoralizar. Explotar debilidades, vicios y corruptelas, capitalizar antagonismos, manipular conciencias, aprovechar brechas, asimetrías y dependencias. Se entrelaza y potencia en escenarios de conflictos étnicos, religiosos, históricos o de civilizaciones, generando muy extrañas alianzas.
Las sociedades abiertas, de alto consumo, con sistemas poliárquicos, con muchos avances tecnológicos e interconexiones, con una cultura “líquida” -asi como las sociedades que aspiran a serlo-, precisamente son las más vulnerables en este tipo de conflicto.
Propiamente, las técnicas de la guerra híbrida, apuntan a romper sus factores de cohesión social, a capturar, minar o reconstruir sus estructuras cognitivas, a desorganizar sus alianzas dentro de las civilizaciones o regiones geopolíticamente relevantes, así como a contar, consciente o inconscientemente, con el buenismo inagotable de los tontos útiles.
Desde hace años esa guerra híbrida está en desarrollo, a escala global. Difícil datar su comienzo. En nuestro continente, tiene múltiples expresiones y tiempo en ejecución: migraciones masivas, organizadas y financiadas, como arma demográfica, para derribar fronteras y socavar identidades. Ideología crítica de la raza-arma poderosa del movimiento progress-woke, globalista y transhumanista-, para fomentar y agudizar diferencias “en nombre de la libertad y la igualdad”. Uso del ciberespacio, para implantar lo que Vaurofakis ha llamado relaciones Tecno-Feudales, a la vez que explotar el comercio asimétrico y predatorio, controlando nodos críticos o activos estratégicos.
Pero la más siniestra de todas, la que más explota los flancos débiles de sociedades consumistas, materialistas, hedonistas, nihilistas, es sin dudas una versión de arma química: las drogas psicotrópicas y particularmente, el letal fentanilo. EE. UU. tiene más de un lustro con 100 mil muertes por año, atroces, terroríficas.
No lo van a admitir abiertamente , porque mucho de eso que ha pasado en gran modo es su responsabilidad, pero es evidente que bajo la administración Trump ya están respondiendo a la guerra híbrida con la versión más dura de la guerra: eso explica los últimos despliegues militares en la región Gran Caribe, y sus directrices de combate.
Por: Pelegrín Castillo Semán
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