Libertad y República
El dominicano ha luchado siempre por su libertad. Es una constante luminosa en su historia. Consecuentemente, ha luchado también por su independencia nacional.
En esa lucha ha tenido que enfrentarse siempre a los que creen que RD “es una finca con pasaporte de unos pocos dueños y señores, que concentran grandes riquezas…Aunque en las últimas décadas, ese afán de libertad e independencia, ha dejado frutos positivos en ciertos ámbitos, también es cierto que las formas de dominación y privación de las libertades y la independencia son mucho más sutiles e insidiosas, y por tanto, difíciles de enfrentar. Para construir nación con base en la libertad, las clases dirigentes deben tener voluntad de crear y formular un proyecto nacional fuerte e integrador con movilización constante del pueblo, hacia la producción , el consumo y la ciudadanía efectiva.
Sin producción no hay nación es una sentencia de obligatorio cumplimiento para garantizar las libertades de todos y la independencia nacional. En una República el verdadero soporte de la soberanía nacional debe ser la soberanía popular.
Si la población económicamente activa, no esta integrada a la producción real de riquezas, con empleos estables y formales, y retribuciones dignas, si no se hace una apuesta sincera a la promoción del dominicano, éste no podrá tener una integración sostenida a un consumo sano, que provea cierta holgura y bienestar, ensanchamiento de capas medias, austeridad y disciplina social.
En RD, donde predomina una economía de alta concentración rentista/extractiva, tenemos millones de dominicanos que han tenido que inmigrar, y de los que se espera que envíen parte de sus ingresos en otras latitudes.
Pero también tenemos una economía, supuestamente moderna y dinámica, realmente maleada y lastrada, por sus vinculaciones predatorias o encanalladas con un Estado que descansa sobre un spoil system brutal , que expulsa a millones de dominicanos a la informalidad( 56%) o los degrada en extensas redes de subsidios asistencialistas… Estas últimos, son válvula de escape, que evita-con el cínico apañamiento de OÍ – los conflictos que desatarían en la isla “su efecto embolo”, con el creciente proceso de haitianizacion de los mercados laborales.
La verdad es que con la globalización y sus relatos ideológicos, hemos venido operando con la lógica del Estado Mercado, explicado magistralmente por Napoleóni, renunciando o negando de facto el EstadoNaciónEn esas condiciones, es difícil ejercitar la condición de ciudadano y la virtud pública, y de consiguiente, el sostenimiento de la República y sus valores. Por eso la atención popular va del fenómeno de la Casa de Alofoke al falso debate de los subsidios y las indexaciones.
Por: Pelegrín Castillo Semáttn
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