El Senado concluyó la conformación de la comisión especial que estudiará el proyecto de ley que declara la necesidad de reformar la Constitución de la República para introducir la reelección presidencial, proceso que se tornó tortuoso a pesar de que el partido de gobierno controla 30 de los 32 escaños.
Es previsible que al interior de esa comisión senatorial, integrada por nueve legisladores, se escenifiquen confrontaciones por divergentes interpretaciones de la ley orgánica del Senado y de la propia Carta Magna, aunque el informe final sería favorable a la convocatoria de la Asamblea Revisora.
También se da por un hecho que cuando el proyecto sea llevado a la plenaria del Senado se producirían cruentos debates, sin que nadie se atreva a vaticinar que sería aprobado o rechazado, porque a nivel de la dirección política del Partido de la Liberación (PLD) persiste un tranque en torno a la propuesta de insertar la reelección en el Texto Sustantivo.
EL PLD no puede o no debe poseer el control monopólico sobre la discusión y destino de una iniciativa que por su trascendencia afecta a toda la sociedad, a cuyos representantes les asiste derecho o calidad de participar como intervinientes activos.
Como van las cosas, todo lo relacionado con el propósito de modificar la Constitución de la República quedaría detrás de la alambrada del PLD, aun en el caso de que se apruebe la convocatoria de la Asamblea Revisora, lo que no resulta en ningún modo saludable para la democracia.
En el caso de que al interior del PLD se arribe a algún tipo de acuerdo en torno al proyecto de reelección, esa organización solo requeriría de una veintena de asambleístas para aprobar la referida modificación constitucional, tarea que no parece difícil de lograr, si se toma en cuenta experiencias del pasado.
Es por eso que se reclama que la comisión especial del Senado a cargo de estudiar el proyecto de convocatoria de la Asamblea Revisora realice vistas públicas para que toda la sociedad organizada se exprese en torno a la conveniencia o no de aprobar tal iniciativa.
Sería una fatalidad que en una empresa jurídica y política de tal envergadura, el PLD opte por cocerse en su propia salsa, sin permitir que la colectividad agregue algún condimento que garantice que ese cocido repentino no cause una indigestión social.