Editorial

Enferma de depresión

Enferma de depresión

El asesinato en Loma de Cabrera, Dajabón, de una profesora perpetrado por su marido con la complicidad de una hija de ambos con la que sostenía relaciones sexuales desde hace ocho años y el degollamiento de una aciana de 94 años, son algunos de los terribles síntomas de una población que según la Sociedad Dominicana de Siquiatría  está enferma de depresión y requiere de tratamiento de salud mental.

En lo que va de 2012 se han producido 68 casos de suicidio y más de  cincuenta feminicidios,  sin contar las decenas de muertes  por riñas entre vecinos, por  casos de  accidentes de tránsito o  querellas de simple policía,  señales de  una sociedad  exasperada con severos síntomas de disolución.

La historia de la maestra asesinada a balazos por su marido  al descubrir  que  él convivía  sexualmente con la hija de ambos,   que confesó que ayudó a ocultar el cadáver de su madre y a  lavar la sangre derramada por su progenitora, nunca había  sucedido en esta tierra de primacía, como  no eran frecuentes  los casos de  asesinatos de  ancianos a manos de delincuentes o de  gente de cercanía familiar.

La Sociedad de Siquiatría diagnostica que la población está enferma de depresión, un mal que  dice se agrava  con el alcoholismo, dependencia  de las drogas, crisis económica, desempleo y exclusión social, todo lo cual conlleva a la desesperanza  y a la degradación del núcleo familiar.

Ante un  cuadro clínico tan desolador, conviene que la sociedad toda acepte el ofrecimiento de  esos  profesionales de la conducta,  de  abordar el mentado estado de depresión colectiva  a través de los medios de comunicación, en  escuelas, universidades y organizaciones sociales a los fines de prevenir factores de riesgo.

Sin menoscabo  de  quienes abogan por más educación, incremento de las penas y aumento de la prevención, se requiere que la colectividad ponga atención  al diagnóstico  que ha hecho la Sociedad de Siquiatría en torno al drama de los suicidios,  feminicidios, degradación familiar, divorcio, alcoholismo y otros  causales de una  sociedad enferma de depresión.

Maestros, fiscales y jueces han de cumplir  con  el compromiso de educar, prevenir, perseguir y condenar, pero los psiquiatras y sicólogos tienen la tarea de  tratar y curar las  enfermedades  mentales que  aquejan  a una población aguijoneada por múltiples males sociales  convertidos en irresolutos.

Lo mejor sería, como aconseja  la Sociedad de Siquiatría, que Gobierno y sociedad  se involucren  en un plan que  permita abordar el flagelo de la  violencia por las diferentes vías y remedio, especialmente por el lado de la salud mental.

El Nacional

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