En estas fechas de Navidad, una vez más vemos a los dirigentes de base del Partido Revolucionario Moderno (PRM) recibir un bono navideño como un supuesto gesto de agradecimiento. Sin embargo, este acto simbólico se queda corto ante las verdaderas necesidades y demandas de quienes han sido el corazón y la fuerza motriz del partido: los dirigentes de la base.
Es triste, penoso y hasta indignante ver cómo aquellos que trabajaron incansablemente para llevar al PRM al poder hoy se ven relegados a pelear por un bono que, en el mejor de los casos, solo representa un alivio momentáneo.
Este escenario no solo refleja una desconexión entre las cúpulas y las bases del partido, sino que también pone en evidencia una falta de visión y gratitud hacia quienes han sido los pilares de su estructura política.
La Navidad es un momento de reflexión, de valorar a quienes nos rodean y de reconocer sus aportes. Sin embargo, este reconocimiento no puede limitarse a un simple bono una vez al año. Los dirigentes de base merecen algo mucho más significativo: oportunidades reales de crecimiento, inclusión en las decisiones políticas, y, sobre todo,respeto y valoración continua.
Es doloroso ver cómo el esfuerzo y sacrificio de las bases se minimiza con un gesto que, aunque bien recibido, no resuelve las carencias ni reconoce la verdadera magnitud de su labor. La política no debe ser un ciclo de promesas vacías que culminan en un gesto simbólico, sino un compromiso constante de equidad y reconocimiento.
La reflexión que surge entre estos bonos y lágrimas es clara: ¿qué clase de partido queremos ser? ¿Uno que solo recuerda a sus bases en tiempos de necesidad o uno que construya una relación sólida, basada en la justicia y el respeto mutuo?
El PRM debe replantearse su relación con sus bases y reconocer que la verdadera fortaleza de un partido radica en quienes caminan las calles, tocan puertas y defienden sus ideales. Las bases no son solo un medio para ganar elecciones; son el alma del partido.
Que esta Navidad sirva como un llamado a la acción, para que el PRM y todos los partidos políticos entiendan que la dignidad y el respeto no se compran con bonos, sino que se construyen con oportunidades y valoración constante. Porque, al final del día, las lágrimas de las bases no deben ser el precio de su lealtad.
Por: Enmanuel Pimentel
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