Trabajar domingos
Desde siglos, el domingo se considera para muchos como el día consagrado para honrar al señor Dios. Para otros, es el día para la familia, para descansar o rumbear según los intereses. Eso está cambiando cada vez más: centros educativos tienen sus puertas abiertas los domingos. Igual abren comercios y otros organismos, para que la mayoría complete lo que en semana no logra hacer por los extensos horarios laborales.
Lo cibernético hace aún más compleja la realidad con las clases y reuniones por internet. En esa dinámica me ha tocado a mí en este último año: de 11h00 a 14h30, hora dominicana, con una formación como terapeuta desde Perú. Pesado el horario con lo de las diferencias horarias según el país. Si estoy en Europa o en África es a media tarde. Me corta mi domingo y me hace llegar tarde o no ir a muchas actividades. Igual, vale la pena el sacrificio: mucho aprendo. Es terapéutico.
En Brasil me tocó ensayar teatro varias veces domingos y en Bolivia, por un buen tiempo me tocó también clases presenciales y virtuales. Quien me lo iba a decir? Ese día adoro quedarme en la cama hasta tarde, desconectarme, hacer nada o hacer un copioso desayuno, ir a misa, salir… Cuando supe que estas clases eran solo domingos lo pensé mucho, igual las tomé, no serán para siempre. Hoy no me arrepiento y ahora que casi termina siento sensaciones encontradas: me harán falta esos maravillosos encuentros terapéuticos, pero igual, que alivio volver a lo que siempre hacía de niña y jovencita los domingos: ese día disfruto más que nunca, del libre albedrío que el señor puso a nuestra disposición. Y tú, como aprovechas tus domingos? marilei@hotmail.com.
Por: Mary Leisy Hernandez