El rey David nació en el 1040 antes de Cristo y murió en el año 970, fue un rey israelita, sucesor de Saúl, padre del sabio Salomón y el segundo en reinar el antiguo Israel. Su historia se narra en los libros de Samuel el profeta y en los salmos del Antiguo Testamento
Cuenta la Biblia que el rey Salomón fue un rey judío, que además de ser justo, llevó a su pueblo la prosperidad, quizás por unas legendarias minas de oro que le hicieron nadar en la abundancia.
Ahora, un equipo internacional de arqueólogos ha desvelado que esas minas realmente existieron, pero fueron de cobre.
Esto es lo que se deduce del trabajo dirigido por Thomas Levy, de la Universidad de California y por su colega Mohammad Najjar, de Amigos de la Arqueología en Jordania.
Su equipo ha encontrado en Khirbat en-Nahas, en el distrito jordano de Faynan, claros indicios de que hace unos 3.000 años allí existieron unas importantes minas y una industria de fundición del cobre.
Por la fecha de sus dataciones, bien pudieran ser las que sirvieron al Rey Salomón como suministro de un metal que servía tanto para fabricar armas como herramientas.
El lugar ya había sido excavado en los años 30 del siglo pasado por el norteamericano Nelson Glueck, quien ya aseguró que en Faynan estaban las minas del rey Salomón, pero luego se desdijo y las excavaciones en la zona no se retomaron hasta 2002.
Ha sido a partir de entonces cuando, en un área de 10 hectáreas, han aparecido más de seis metros de profundidad de escoria y ruinas de las antiguas minas.
Los hallazgos más recientes, en la campaña de 2006, han sido un escarabajo y un amuleto egipcio que, junto con las últimas dataciones con radiocarbono, sitúan la época de esplendor de Khirbat en-Nahas en el siglo X a. de C., lo que confirmaría el relato bíblico sobre los reyes David y Salomón.
Es decir, las minas funcionaron tres siglos antes de lo que se creía hasta ahora. Los autores del trabajo, según explican la revista Proceedings of National Academy of Science, documentan un pico de actividad en las minas en el siglo IX antes de Cristo, y ello da también la razón a la historia sobre el reinado de los edomitas, una nación hermana de los israelitas que, según la Biblia, alcanzó un gran poder al sur del Mar Muerto, justo donde hoy está el distrito de Faynan.
Lo más probable es que el relato de David y Goliat naciera al caer una tarde, cuando todos se hallaban sentados alrededor de la hoguera.
No obstante su calvicie, aspecto de intelectual y apacible sentido del humor (que se transforma en hiriente mordacidad al tratar el tema de Israel Finkelstein), Garfinkel es un hombre de grandes ambiciones.
Por eso, cuando un guardia de la Autoridad de Antigüedades Israelíes le dijo que había encontrado un muro monolítico de tres metros de altura contiguo al arroyo de Elah, el arqueólogo corrió al sitio para iniciar excavaciones en 2008.
Garfinkel descubrió que la muralla era muy parecida a otras estructuras halladas en el norte, en las ciudades de Jatzor y Gezer: un fortín compuesto de dos muros separados por una cámara, el cual rodeaba una ciudad fortificada de 2.3 hectáreas con viviendas adosadas a la pared que daba al interior, distribución inusitada en la sociedad filistea.
Después de retirar parte de la capa superficial del suelo, Garfinkel dio con monedas y diversos artefactos de la época de Alejandro Magno.
Bajo la capa helénica halló unos edificios donde yacían dispersas cuatro semillas de olivo que, tras el análisis con carbono 14, fueron datadas alrededor del año 1000 a. C. Además, desenterró centenares de huesos de res, cabra, cordero y pescado, pero ninguno de cerdo.
En otras palabras, los habitantes de aquella ciudad (o al menos los comensales) no fueron filisteos, sino súbditos del reino de Judea. y dado que el equipo de excavación también recuperó un artefacto raro -un fragmento de cerámica inscrito con verbos característicos del hebreo, en lo que, posiblemente, sea grafía protocananea-, Garrfinkelllegó a una conclusión ineluctable: aunque la cronología baja de Finkelstein negaba su existencia, una compleja sociedad de Judea floreció en aquel lugar durante el siglo X antes de Cristo.
Pero ¿Cuál fue su nombre? Garfinkel respondió la interrogante al descubrir que la ciudad fortificada no tenía una sino dos puertas de acceso, particularidad nunca vista hasta ahora en los sitios arqueológicos de los reinos de Judea e Israel.
El término «dos puertas» se traduce al hebreo como shaarayim, ciudad mencionada tres veces en la Biblia. Una de las referencias (Samuel 1, 17:52) describe a los filisteos huyendo de David para regresar a Gath por el «camino de Shaaraim’: «Primero, David y Goliat, y ahora, nuestro sitio. Todo encaja -sentencia Garfinkel-.
Es un asentamiento típico del reino de Judea, desde los restos animales hasta la muralla de la ciudad. Veamos si alguien puede presentar dos argumentos para afirmar que se trata de una ciudad filistea. Por supuesto, uno sería que Finkelstein no quiere que hagamos pedazos su cronología baja. Muy bien. Ahora, escuchemos el otro:
Este podría ser el segundo argumento para echar por tierra las conclusiones de Yosef Garrfinkel: divulgó los hallazgos de manera muy precipitada y teatral, a pesar de que sólo disponía de cuatro semillas de olivo para el análisis con radiocarbono, una sola inscripción de naturaleza por demás ambigua y apenas había excavado 5% del total del sitio.
A juicio del arqueólogo David Han, «Yosef tiene sus propios planes, aunque parcialmente ideológicos, son también muy personales.
Es un hombre muy astuto y ambicioso. Para muchos, Finkelstein es un ‘matón que monopoliza la arqueología bíblica’: y no sólo eso: desde la perspectiva de las partes en conflicto, cuando Finkelstein sea destronado, el rey David recuperará su corona.
Salomón
Ese hombre ha sobrevivido tres milenios como una entidad omnipresente en el arte, las tradiciones populares, el culto religioso y buena parte de la población mundial. Entre los musulmanes, Daoud es un emperador reverenciado y siervo de Alá; para los cristianos, es el antepasado biológico y espiritual de Jesús, quien heredó su manto mesiánico del linaje de David, y para los judíos, es el padre de Israel, el rey pastor ungido por Dios y de quien ellos, a su vez, descienden como el Pueblo Elegido.
«Nuestra pretensión de ser una de las naciones más antiguas del mundo, de haber influido directamente en las ideas de la civilización, se sustenta en que escribimos el libro de libros, la Biblia -explica Daniel Polisar, presidente del Centro Shaalem, instituto de investigaciones israelíes que contribuyó a financiar las excavaciones de Eilat Mazar-.
Si omitimos a David y su reinado, el libro sagrado cambia, la narrativa deja de ser una obra histórica para convertirse en ficción y, así, la Biblia se convierte en un simple esfuerzo propagandista para crear algo que nunca existió.