Opinión Articulistas

España

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Chiqui Vicioso

Serpientes de hierba zigzagueando alborotadas. Rumor de flores amarillas, niñas nerviosas ante la proximidad del viento. Colindando con hileras erguidas de morado, chaperonas rosa. Puñados de arcoíris disperso por la lluvia.

Las montañas respiran verde, olor a pinos, a trigo recién cortado. Sus lágrimas descienden rápidas hacia nosotros. Parir el verano cuesta ríos, arroyuelos, lagos.

Mis ojos cansados no se cansan. Esas flores amarillas son las mismas de las estepas bolivianas; ese verde seco, amarilloso, el de los arrozales de Bonao; esos viñedos, los mismos de San José de Ocoa; esos limones, los de los campos de Sicilia.

Solo los olivos, densos, verdeoscuros, huraños, desafían toda asociación con su linaje. Somos España, dicen, tarareando el canto de los Andaluces de Jaen, esos aceituneros altivos, a quien Juan Bolívar pregunta: “Decidme de quien, de quien son esos olivos, Andaluces de Jaen”.

Hemos arribado a celebrar la graduación de Isaac, un tributo a la tenacidad de su madre; y los cumpleaños mío y de Fidelio. Todos apiñados alrededor de una paella y una torta en Zepeda, pueblecito medieval donde aún se anuncian Pensiones para los Templarios.

Vienen con sus mochilas de solidaridad desde París, Madrid, California, Borinquen. Es la familia extendida, la que hemos elegido a lo largo de la vida, como Arismendi y Loli, María Margarita, Lourdes y José Luis, Eveline, Michel. Es la familia que persiste, la de las ideas, de las esperanzas y sueños irreductibles frente al emergente neofascismo de las clases medias europeas, en una Europa donde solo España parece mantener la cordura frente a la forzosa solidaridad con Ucrania.

Algunos hablan esperanzados sobre la “nueva multilaridad”, con Rusia y China a la cabeza. Y del BRIC, bloque con Brasil, India, y otros a la cabeza.

No comparto el optimismo, porque China y Rusia no son hoy modelos de democracia, aunque lo sea cada vez menos Norteamérica, donde Trump amenaza reelegirse y como dictador expulsar a catorce millones de nuestra gente, a quienes acusa de todos los males de la plutocracia que representa.

¿Qué mundo le estamos dejando a los Centenials y MIlenials? Y, ¿dónde se ha ido la clase obrera con sus gloriosas tradiciones? Desplazados hoy por una juventud universitaria que globalmente hace de las redes sociales su arma de organización y de guerra, como les enseñara Assange. ¿Nuestra única esperanza?
Andaluces de Jaen…Los versos nos devuelven a la realidad que hemos venido a compartir: los 87 de Fidelio, mis 77, al triunfo del amor y la alegria de Michel sobre el odio, la competencia, la envidia y la mentira.

¿Nos devuelven a la realidad?
¿De cual realidad hablo si no sé si este verde es verde, o una interpretación azul del amarillo?