Opinión Editorial

Alaska, Tel Aviv y Haití

Alaska, Tel Aviv y Haití

La semana laboral comienza a nivel global con una mezcla de densa incertidumbre y tenue esperanza matizada por la cumbre que sostendrán el viernes en Alaska Donald Trump y Vladimir Putin, y el anuncio de que Israel emprenderá una nueva ofensiva militar para ocupar por completo el territorio de Gaza.

Los presidentes de Estados Unidos y de la Federación Rusa anunciarían un previo acuerdo que pondría fin a la guerra en Ucrania, aunque el presidente de ese país, Volodímir Zelenski, ha advertido que sin la participación de Kiev, las decisiones que se adopten en ese encuentro “nacen muertas”.

Esa cumbre no se efectuaría sin que antes equipos negociadores de ambos países arriben a acuerdos sobre temas que sustenten la terminación del conflicto, pero se resalta que la Unión Europea también reclama que se ponderen los planteamientos de Zelenski, quien advierte que Ucrania no cedería territorios a Rusia.

Como adelanto al resultado del encuentro Trump-Putin, el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, declaró a la cadena Fox News que los estadounidenses están hartos de financiar al régimen de Kiev para continuar luchando en Ucrania, por lo que Washington procura terminar ese financiamiento y procurar una solución pacífica.

Como telón al teatro de diálogo que se instala en Alaska, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, recibió luz verde para emprender la ocupación total de Gaza, lo que tendría consecuencias aún más devastadoras para esa población sumida en la hambruna, además de desestabilizar aún más la región de Oriente Medio.

Ese despropósito incluye un desplazamiento forzado de cientos de miles de gazatíes confinados ya en apenas el 12 % del territorio, lo que causaría miles de muertos por la ofensiva militar que incluye operaciones terrestres y bombardeos aéreos contra la población civil.

En Alaska se hablará el viernes de la paz en Ucrania, pero en Tel Aviv se organiza una de las masacres más cruentas perpetradas desde la Segunda Guerra Mundial, tildada ya de genocidio, por lo que por un lado se intenta suturar una herida, y por el otro se clava la daga étnica sobre una población indefensa.

Como colofón, el Consejo Presidencial de Haití declaró en estado de emergencia gran parte del territorio haitiano ante el auge de la violencia y criminalidad patrocinada por bandas armadas, pero esa desgarradora historia no despierta interés de la comunidad internacional que hoy se centra en Alaska y en Tel-Aviv.

El Nacional

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