El presidente Luis Abinader informó ayer que el Gobierno evalúa el nivel de daños causados por la tormenta Melissa para determinar si recurre a una declaratoria de emergencia, pero adelantó que el Estado dispone de fondos necesarios para responder de inmediato a las necesidades de las comunidades afectadas.
Durante la rueda de prensa La Semanal, donde el mandatario informó que instruyó a las instituciones oficiales a cuantificar el deterioro causado por el fenómeno atmosférico, el ministro de Agricultura adelantó que preliminarmente en el sector agropecuario las pérdidas superan los RD$1,350 millones.
Con las seguridades ofrecidas por el jefe de Estado de que el Gobierno dispone de fondos para afrontar el fardo de destrucción provocado por la tormenta, resultaría innecesario acudir a la figura de la declaratoria de emergencia, contemplada en el artículo 265 de la Constitución, aunque todo dependería de la magnitud del desastre.
El estado de emergencia se declara en casos de eventos que provoquen perturbación, que alteren el orden económico, social o ambiental, o que constituyan una calamidad, elementos que podrían reflejarse en los daños infligidos por la tormenta Melissa.
Esa figura jurídica, que requiere autorización del Congreso (artículo 262), permitiría al Gobierno obviar burocracia en la contratación de bienes y servicios para atender necesidades urgentes de las comunidades afectadas, sin menoscabo de derechos fundamentales.
Los primeros informes sobre niveles de perjuicios causados por la tormenta,
se insiste, no apuntan a la necesidad de decretar estado de emergencia, una de las tres modalidades de excepción contemplada en la Carta Magna, a menos que su finalidad sea la de agenciar recursos y acelerar los procesos de contratación de suplidores.
Si el dinero requerido está a la vista y en la ley se establecen vías para agilizar procedimientos burocráticos, entonces no sería prudente ni necesario invocar un estado de excepción que no correspondería con una eventual situación de calamidad derivada de la fatídica tormenta,
Aun así, la deuda social acumulada por incumplimiento o negligencia en afrontar y resolver males causados y agravados por tormentas y ciclones, obliga a dejar abierta la posibilidad de que el Presidente formule una declaratoria de emergencia, para que el drama de hoy no desemboque en otra historia olvidada.

