El autor de esta columna, nunca ha tenido la disposición de escribir en singular, pero es necesario que haga una aclaración para reafirmar la realidad de cómo pienso y la profunda preocupación que siento, viviendo estos momentos amargos y dolorosos que vive el pueblo dominicano.
En 1993, finalizando el siglo XX, publiqué un libro con el título de “Héroes y Próceres Dominicanos y Americanos”, que fue declarado en 1995, por la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, por órdenes expresas del Presidente de la República Dr. Joaquín Balaguer, para que pasara a formar parte de la bibliografía oficial de esa Secretaria de Estado, como texto de consulta para los grados de segundo y tercero del nivel medio. “Ese órgano del Estado consideró que los ensayos referidos, se han constituido en un material imprescindible para la comprensión de la historia de los pueblos…”.
Ese libro, que va a su sexta edición y ha sido traducido al inglés, francés, alemán y portugués, para los archivos biográficos de la K.G. Saur Verlag Munchen de Alemania, considerada la más grande casa editora de libros educativos del mundo. En español, el libro tiene una demanda extraordinaria en varios pueblos de hispanoamérica y fue muchas veces elogiado por el Gran Maestro Político Dominicano y de América y primera figura intelectual de la historia dominicana, Juan Bosch; el objetivo nuestro al escribir ese libro, era, primero, dar a conocer en sus aspectos más sobresalientes, los perfiles de los hombres y mujeres que por su decisión y esfuerzo han gravitado de manera importante, desde sus orígenes, en la formación y desarrollo de la sociedad dominicana; seres humanos que han sido paradigmas de grandes virtudes y extraordinarias cualidades.
Estamos a mediados del mes de agosto del año 2023, y faltan dos días para el aniversario del inicio de la celebración de “La Restauración de la República” que se inició el 16 de agosto de 1863. Episodio que siempre he calificado como “La Gran Epopeya del Pueblo Dominicano”, de la cual, hombres y mujeres, fueron motores e instrumentos, en el largo camino lleno de vicisitudes que ha recorrido nuestra Nación, en la consolidación de su identidad como conglomerado social convertido en Estado republicano. Desde Enriquillo, fundador de la Escuela Militar Dominicana, Capitán invicto de América, pasando por los episodios de la Independencia, La Restauración, la Guerra de los 6 Años, hasta desembocar en los Próceres de Abril de 1965. Episodios eternos e inmortales que nos ha permitido ser reconocido como “Pueblo Legendario, Veterano de la Historia y David del Caribe”.
La próxima Crónica del presente, estará dedicada en síntesis a ese episodio de “La Restauración” porque estoy obligado a realizar algunas puntualizaciones acerca de juicios, verdaderos errores históricos, que se publican en los medios escritos y a través de emisoras de radio y plantas de televisión, confundiendo de manera no aceptable, a la juventud de nuestro país y yo diría que a todos los que están viviendo aquí en territorio dominicano y que residen en otros pueblos de América y del mundo. Reitero que no me gusta escribir en singular; el amor y el respeto que le tengo a nuestro pueblo y a las hazañas heroicas de su existencia, es la obligación que he tenido siempre y tendré como Maestro.