Opinión SUFRAGIO

Éticas del poder

Éticas del poder

Eddy Olivares Ortega

A Nicolás Maquiavelo le atribuyeron la famosa máxima: “El fin justifica los medios”, que se dice nunca pronunció, pero que, según Anibal D’Angelo Rodríguez, formó parte del proceso de secularización de la política.

En ese sentido, en su reconocida obra El Príncipe el filósofo florentino expresó lo siguiente: ¡Cuán digno de alabanza es un Príncipe cuando mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un modo íntegro y no usa de astucia en su conducta!.

Por otro lado, el filósofo Bertrand Russell, en su obra El poder, analiza las éticas del poder desde una perspectiva sociológica y filosófica, sosteniendo que el poder es una de las fuerzas fundamentales que rigen la sociedad y que su uso puede ser guiado por diferentes principios éticos.

En su enfoque sobre las éticas del poder, el referido autor inicia recomendando como la mejor manera de vivir, para el individuo, la completa renuncia a todos los intentos de influir en los demás hombres, sea para bien o para mal.

De inmediato, Russell, recuerda que “desde Lao Tse esta opinión ha tenido defensores a la vez elocuentes y sabios; ha sido sostenida por muchos místicos, por los quietistas y por los que valorizaban la santidad personal concebida como un estado mental más que como una actividad”.

Pensamiento crítico es vital para evitar abusos del poder
Según el filósofo británico, los tres principales enfoques éticos, asociada con el pensamiento de Maquiavelo y con regímenes autoritarios donde la moralidad se subordina a la eficacia política, son los siguientes: ética del poder como instrumento del bien común (Idealista o Moralista). Aquí, el poder se considera legítimo solo si se usa para beneficiar a la sociedad en su conjunto.

Se trata de un enfoque que fue defendido por filósofos como Platón, quienes creen en gobiernos dirigidos por los más sabios o virtuosos. A propósito, Russell advierte que este idealismo puede ser peligroso si los líderes creen tener un monopolio sobre la verdad y la justicia.

En ese mismo orden, tenemos la ética del poder como medio para la libertad (Democrática o Liberal). En este modelo, el poder no se acumula en una sola persona o grupo, sino que se distribuye equitativamente para maximizar la libertad individual.

Asimismo, la ética del poder, que se basa en la democracia, el debate abierto y la limitación del poder a través de la ley y la opinión pública, es la más deseable para Russell, quien aconsejó lo siguiente: «sé sincero, incluso si la verdad es inconveniente, pues resulta más inconveniente cuando tratas de ocultarla». este es el enfoque más deseable, ya que permite el progreso sin la opresión de los individuos.

Finalmente, Russell advierte que el poder es inevitable en la sociedad, pero su control y distribución determinan si conduce al progreso o a la opresión. Su análisis subraya todo lo relativo a la importancia de los valores democráticos y el pensamiento crítico para evitar los abusos del poder.