Opinión Articulistas

Faride: generalizar

Faride: generalizar

Chiqui Vicioso

Que tienen en común Putin,eEl papa Francisco y mi hermano? Su absoluto desconocimiento de lo que significa el género. Saliendo de una cena familiar mi hermano me dijo: “Soy un hombre progresista, pero donde soy de ultraderecha es en todo lo que concierne al genero”. Ya nos íbamos, así es que no le pude responder y explicar por milésima vez, como lo he hecho en este periódico, que el “género” no tiene nada que ver con convertir a los varones en hembras y viceversa, o en promover la diversidad sexual.

Vuelvo y aclaro: El género es un método de análisis que nos permite entender cómo se conforman nuestras identidades, desde la familia, la moda, el lenguaje, la religiosidad, la música, y múltiples otros llamados “agentes de socialización”.

¿Que tiene de “peligroso”? Que fomenta la conciencia crítica, que demuestra que no estamos condenados ni condenadas por la biología, que somos una construcción social y ese conocimiento nos hace libres porque nos permite reafirmar o cambiar los designios que, aclaro, no son divinos. Lo mismo sucede con el marxismo, demonizado porque demuestra cómo se estructuró el orden social que nos gobierna y su relación con la acumulación de riquezas. Una vez entendemos eso se desmitifican los “apellidos”, el sistema de clases, y eso es un “peligro” para el orden social imperante.

A quienes promovemos la educación de género se nos llama “feministas”, mujeres que los incultos asocian con “pajonúas, promiscuas, lesbianas, comunistas”, etc., en una inquisición ideológica que se expresa en discriminación laboral, social y hasta familiar. Aclaro: El feminismo está movido por la solidaridad hacia las mujeres, víctimas históricas de un sistema que las ha reducido a animales de reproducción y uso doméstico, sexual, laboral, algo que la clase alta subsana con la contratación de mujeres de servicio que eximen a sus mujeres de las peores formas de explotación.

Esta situación se agrava cuando se trata de mujeres pobres y negras, y si son haitianas, peor. Por eso una “feminista” que no siente compasión por ellas, que no expresa su horror cuando una mujer se desangra en el parto porque tiene ya terror a los hospitales y la policía encierra el cadáver y al esposo lo deportan con el bebé recién nacido es una burócrata en búsqueda de empleo, y que se autodenomine “feminista” un agravio para quienes si orgullosamente lo practicamos.

Respeto la solidaridad con Faride Raful, (Tora, en mi casa me enseñaron que una mujer no debe nunca hablar mal de otra mujer), porque su nombramiento ha causado escozor en muchos hombres que hoy la desacreditan, pero las feministas no discriminamos entre clases y mucho menos penalizamos (Congreso Escritoras Anticanon) a quienes lo señalan.