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Febrero es siempre 17

Febrero es siempre 17

Chiqui Vicioso

Poco a poco, como en una lenta procesión, comenzó a llegar la familia Juliana al parquecito Pellerano Castro. Todos y todas llegaban con sus claveles rojos en la mano, con sus claveles rosados, y quienes no lograron conseguirlos con trinitarias multicolores.

Eran las cinco de la tarde y la Zona mostraba su mejor cara, su rostro más fraternal y hospitalario, solo el Gordo Oviedo reunía tanta gente para su cumpleaños, tantos amigos y amigas llegados de todas partes.
De las poetas Anticanon faltaron Lauristely y Michelle, pero las demás fueron llegando, algunas, como Patricia, con su cochecito e Iván, el bebé más celebrado del planeta.

Cuchito Carvajal y Nexcy se encargaron del sonido, Colombo de la moderación, y todos del poema, el de Julia y el propio. Donde apenas quedan los corales del busto, estaba la imagen con el rostro de Julia que aportó Alfredo Cordero. Esa Julia sustituyó a la ausente, hasta que ella regrese a ocupar su lugar en mayo, como está pautado, como esperamos.

La brisa trajo un vendaval de color y energía, era Laura Faxas que avanzaba con sus amigas hacia el grupo. La luz que se colaba entre los arboles la sombra de unos pasos que lentos también avanzaban hacia nosotros. Era Juan Bolívar, hijo emérito de Puerto Rico, en representación de Adita, borinqueña y dominicana, desde hace décadas.

Moreta dijo que podía leer su poema sin micrófono por su voz de maestro de escuela; dos señoras boricuas agradecieron el desagravio a su compatriota y recitaron con lágrimas.

Nexcy leyó el poema de Mateo Morrison y también se leyó uno de Farah Hallal, celebrando el evento. Tomas Castro leyó un poema sobre las cirugías plásticas, con su típico sentido del humor. Tati Pou Suazo se reencontró con su prima Angela Suazo e identificaron antepasados comunes.

De nuevo Julia hacía el milagro y nos reunía; de nuevo la solidaridad se imponía sobre la infamia y la lectura de poemas se convertía en un acto de desagravio a la isla de Borinquen, a su cálida gente, esa que provocó que Juan Ramón Jiménez definiera a Puerto Rico como isla de la simpatía.

Raro que en un mundo al borde de la guerra nuclear, donde el pesimismo infecta todas las reuniones y la gente siente que de nada sirven sus ideas, su poder de cambio, sus estrategias para salvar lo que le corresponde, para aportar el grano de maíz donde quepa el universo, alguien celebre un hecho tan aparentemente simple como una lectura de poemas y una ofrenda de claveles rosados y rojos.
Es que es Febrero 17, mes de las palabras que celebran la vida, cumpleaños de Julia la nuestra.