Opinión Articulistas

Freddy Ginebra

Freddy Ginebra

Chiqui Vicioso

Confieso que, a los 77 años, salir de la casa es siempre una victoria. No son solo los huesos, que ya se resisten, es el agotamiento de la preparación previa para la movilización. Eso sucede, en particular, con los eventos públicos, donde la multitud es siempre amenaza de un posible tropezón, una caída, o una despedida a destiempo.

Siempre entusiasmo a Fidelio con esos eventos. “Ese es el pueblo” le digo. No un abstracto, es la gran masa, esa en cuya memoria permanecerás, o no permanecerás, después de tu paso por la historia del país.”

Ver a Freddy Ginebra, en la inauguración de la Feria del Libro, promoviendo la lectura, nos conmovió. He ahí uno de los indispensables, pensé, mientras escudriñaba la composición de un público donde faltaban en primera fila todos los teatristas del país, a los que Freddy ha dedicado sus mejores esfuerzos.

Si le dedicaron el Festival Internacional de Teatro, ahí debían estar. Como debía estar el conjunto de hombres y mujeres que conforman la izquierda dominicana. ¿Por qué? Porque la Feria del Libro la financiamos todos y es un espacio y conquista popular que por ¿ignorancia? no disfrutamos.

No es la Feria de Luis, Danilo o Leonel, es la feria del pueblo dominicano. Eso lo entendió Freddy y por eso estaba ahí, con la gente, donde tenía que estar.

Esta Feria en particular tenía un publico popular, había muy pocos miembros de la elite social del país y mucho menos de la llamada “élite letrada”, porque para esas élites, con honrosas excepciones, las Ferias o son espacios para obsesivamente promocionarse, o no sirven para nada. No son espacios para “sembrarse en el corazón del pueblo” como decía Manolo Tavares Justo.

Esa noción, por suerte, está cambiando y, comenzó a cambiar, cuando los Ministerios de Cultura comenzaron a reconocer que los artistas no eran solo los escritores, y se consolidó con Víctor Víctor y José Antonio Rodríguez, ambos afanados en llegar a la juventud popular y en descentralizar el hecho cultural.

A Robertico lo hemos visto desde niño como un trabajador incansable, como lo define Basanta, y creo que por haber crecido con un padre que también era un trabajador cultural, entiende la importancia de que la infancia participe, desde muy temprano, en la cultura.

Por eso había un espectáculo infantil, muy bien montado: !Bravo Pastor!, que nos corroboro que otra dominicanidad heredará el mundo en que ya no estaremos, un mundo normado por la cibernética, la robótica, y donde esperamos que no falte el corazón.

Un corazón que Freddy Ginebra ya publicó que le está fallando. Por eso le regalamos otro, por si acaso necesita un transplante..