Estadios modernos no son imprescindibles en desarrollo del fútbol
El sol sale, el sol se pone y vuelve presuroso al lugar de donde se levanta. No hay nada nuevo bajo el sol dice la biblia en el libro del antiguo testamento, Eclesiastés.
Nada más apropiado que esta cita para referirnos a las ideas que se han externado en las redes sociales acerca de las necesidades del fútbol nacional para desarrollarse.
Como no hay nada nuevo bajo el sol, recordamos que hace años, Pascasio Mendoza, un reconocido líder del fútbol nacional, expresó sus criterios al respecto, como en ese entonces no existía Zoom, ya las autoridades de turno no les interesaba leer ni escuchar sugerencias viables, las mismas cayeron al vacío.
Las ideas sugeridas para coadyudar el desarrollo del fútbol criollo son múltiples y, la más recurrente es la falta de estadios.
Son necesarios pero, no imprescindibles
Es obvio que los estadios son necesarios, pero NO SON IMPRESCINDIBLES para el desarrollo de nuestro fútbol. Eso no es lo que impide el crecimiento armónico del fútbol en el país.
Nuestro criterio se sustenta en crudas y comprobables realidades.
Desde 1979 a la fecha, los Juegos Deportivos Nacionales han posibilitado la construcción de estadios en toda la geografía nacional. Los mismos existen, todavía están ahí, pero son sub utilizados.
En Mao, por ejemplo, hicieron un hermoso estadio, pero los futbolistas maeños siguen jugando en el Colegio Don Bosco. El campo de juego del complejo deportivo de San Juan de la Maguana es más utilizado por los chivos que por los futbolistas de esa ciudad. Y en Barahona su atractivo estadio está casi/casi abandonado.
Lo de Moca, la otrora capital del fútbol dominicano, es revelador. Esta calidad ciudad cimentó su fama y prestigio en la precaria cancha del Colegio Don Bosco. Pese a que la misma era irregular y tenía molestosas piedrecitas, en ella se formaron y surgieron grandes futbolistas. Hoy en día, Moca tiene un moderno estadio con una magnífica superficie de juego con grama natural, pero ya no produce ‘fañitas ni foquitas’, ni tampoco gana torneos.
Lo de San Cristóbal es único, en el país y en el Caribe. Esa ciudad tiene siete campos de fútbol, muy cerca unos de otros. El histórico Refor, escenario de la etapa más gloriosa de su fútbol, es uno de ellos.
A pocos pasos del mismo está el Rosendo Sepúlveda y en dirección a Bani, se encuentra el Estadio Panamericano. Por ahí también está el de Madre vieja y el Centro de Alto Rendimiento tiene tres campos de juego y una instalación exclusiva para futsal.
Pese al privilegio de tener todos esos campos, desde hace años el fútbol de San Cristóbal no tiene la calidad que le caracterizaba tiempo atrás. Da la sensación que, a pesar de tener carros, siguen caminando. Lo de San Pedro de Macorís y el Parque del Este da tanta pena que duele.
Es cierto que nuestros estadios no son modernos, pero, también es cierto que a los mismos no se les da el uso que ameritan. Definitivamente estoy convencido que la ausencia de estadios modernos no es el factor fundamental que ralentiza el desarrollo del fútbol nacional.
El factor humano es la piedra angular. Eso es lo que falta. Nuestra principal carencia radica en la ausencia de líderes futbolistas en cada comunidad. Sin maestros/multiplicadores de conocimientos y valores, es imposible avanzar. Necesitamos maestros/técnicos que amen y que les ‘duela’el fútbol.
En el país, dos humildes líderes naturales, dedicaron sus vidas en favor del fútbol de sus ciudades. Jesús Hidalgo (SAM) en Moca y Leonel Placido (LECHE) en Puerto Plata. Ambos se han ‘fajao’. Formaron e inspiraron a muchos jugadores, pero la sociedad no ha recompensado su titánica labor. Desafortunadamente, la condición social de ambos, les ha impedido convertirse en referentes y se han convertido en mártires.
Nuestro fútbol no necesita mártires, requiere de personas con la voluntad, magnetismo y deseos de trabajar que tenían Sam y Leche. Multiplicadores comprometidos con el fútbol y tienen que ser bien remunerados (ahora hay recursos económicos) para que, además de tener un digno pasar sean vistos como modelos.
Por: Jorge Rolando Bauger
jbauger@hotmail.com