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¿Gameover para la IA?

¿Gameover para la IA?

Por años, incluso antes de que saliera al ruedo ChatGPT, la inteligencia artificial y tecnologías afines, como es el caso del reconocimiento facial, se han estado alimentando de textos, fotos, videos y otras formas de contenido generados por la humanidad a lo largo del tiempo.

Cualquiera que tenga una idea mínimamente básica de lo que es la inteligencia artificial conoce este dato, pues es de un continuo proceso de aprendizaje que viene la capacidad generativa de la que tanto se disfruta y abusa dentro y fuera del entorno digital.

La principal fuente de donde se alimenta la inteligencia artificial es, por supuesto, internet, un repositorio aparentemente infinito donde aparece de todo, desde grandes obras universales hasta los contenidos en formato vertical que desde hace ya varios años dominan en redes sociales.

Todo lo que hay en Internet, sea por de acceso gratuito o no, termina alimentando los sistemas de IA, y eso ahora mismo está trayendo problemas a compañías como OpenAI, líder de esta revolución en conjunto con Microsoft.

¿Cuál exactamente es el problema? Se ha planteado muchas veces, incluso desde antes de que saliera ChatGPT: las compañías detrás de estas tecnologías se han acostumbrado a tomar contenido sin permiso para desarrollar sus propuestas y llevar a cabo sus planes, los cuales no siempre están alineados a los mejores intereses de la humanidad. Se vio años atrás con IBM y el escándalo de las fotos robadas de Internet para reconocimiento facial, y ahora se está viendo con OpenAI, Anthropic y cualquier otra que esté de lleno en este asunto de IA.

En los casi tres años que la IA lleva dominando, contados a partir de la salida de ChatGPT al mercado, las demandas por este motivo no se han hecho esperar, con resultados un tanto mixtos y que hasta ahora han ido más en favor de la IA que de los demandantes. Uno de los primeros en lanzar la piedra fue el New York Times cuando en diciembre de 2023 interpuso una demanda contra OpenAI y Microsoft por copyright. Todavía este caso no tiene resolución, pero ha habido algún avance porque sigue en pie luego de que en marzo de este año un juez desestimara una petición de desestimar la demanda.

Tras esa primera piedra lanzada por el New York Times, otros periódicos y medios han hecho lo propio, con fuertes denuncias hacia OpenAI y su política de que todo vale. A estos casos se han unido denuncias públicas y demandas de parte de escritores y artistas que sienten sus derechos de copyright violados por la voracidad de una IA que no parece tener ética ni límites.

La cantidad de medios, escritores y artistas que rechazan la IA y su modo de operar va en aumento, y con ello se va haciendo más visible un problema que siempre ha estado a la vista pero no necesariamente reconocido. Eventos como la revolución Ghibli que desató Open AI a finales de marzo y la salida al ruedo póblico de la actriz IA Tilly Norwood han caldeado los ánimos a un punto quizás no previsto.

Al momento de este artículo, Studio Ghibli, Bandai Namco y otros productores de Japón bajo la sombrilla de la Asociación de Distribución de Contenidos al Exterior (Content OverseasDistributionAssociation – CODA) exigen a OpenAI dejar de usar su propiedad intelectual para seguir entrenando sus modelos de inteligencia artificial.

El gobierno japonés ha intervenido por igual, advirtiendo posibles violaciones a la legislación de ese país por parte de OpenAI.

No solo los estudios japoneses de animación están en pie de guerra contra OpenAI. George R.R. Martin, autor de la serie de libros en los que se basa la popular serie de televisión GameofThrones, está demandando a OpenAI luego de que ChatGPT generara una secuela que bien pudo haber sido escrita por el propio Martin.

En otro escenario, Hollywood, Bryan Cranston (BreakingBad) enfrentó a la compañía para frenar el uso de su imagen y semejanza en videos creados por Sora, movida que resultó en una revisión de las políticas de OpenAI, que ahora exige consentimiento para usar la voz e imagen de una persona para generar videos en esa plataforma.

Aunque todavía representan una minoría, cada vez más gente parece estar despertando del estupor de la IA y se oponen a que esta tecnología nos termine arropando y sustituyendo. ¿En qué bando estás tú? Déjanos saber en los comentarios.