Nos pertenece. Es lo conquistado con la mente y el corazón. Nos llega hasta el alma. Porque “la conciencia es la voz del alma”, a decir del poeta. Por tanto, nos queda y nos hace bien. Ganar es siempre grato, y un compromiso a la vez.
Así, “lo bailado nadie nos lo quita”. Lo demás, es comprado, y no necesariamente nos conviene, ni nos hace ni queda bien. Las imposiciones son casi siempre a la fuerza, resultado de la manipulación y situaciones imprevistas que nos conducen a tomar malas decisiones. En materia de compra y venta, seguir la moda -sin que intervenga un efecto razonable y útil-, tiene sus riesgos. Sobre todo si se trata de una simple acción de compra. De consumo impulsivo, irrefrenable al fin y al cabo.
Solo cuando interviene un proceso que incluya el esfuerzo, la necesidad y el interés de las personas se da efectivamente la acción de ganar ganar. Cuando es colectivo es compartido. Se multiplica y fortalece. La unidad hace la fuerza. Los servicios públicos nos pertenecen, y nos los hemos ganado como ciudadanos. De manera que serán tan eficaces como colectivos o numerosos puedan ser. En tanto crecen, se incrementan las fuentes de sustentación.
Todo gracias al efecto ganar ganar. Que es cuanto merecemos.
La toma de conciencia -y volvemos al poeta-, nos enseña que lo mejor es ganarse las cosas. Poseerlas apenas cuando tienes cómo comprarlas, suele ser engañoso. Y pocas veces te hace bien. Incluso, puede llegar a confundirte y hacerte creer que todo tiene un precio. Todo oportunismo es degradante.
Tampoco es aconsejable creer que estás a la moda cuando ya nada te queda bien. Ganar y conquistar el corazón de los demás es lo que te mantiene arriba. Fresco y triunfante. Cosechas lo que siembra.