Editorial

Gazcue

Gazcue

 

El sector Gazcue, que una vez fue corazón, pulmón y alma de Santo Domingo, ha quedado degradado por la negligencia y desidia de las autoridades y por inobservancia ciudadana a una vía de paso plagada de venduteros, bancas de apuestas, desorden vial, donde los residentes han perdido la noción de orden y tranquilidad.

En cualquier capital del mundo, el Gobierno, Estado y sociedad cuidan como niñas de propios ojos a un patrimonio urbanístico con inconmensurables riquezas arquitectónicas, valiosos legados históricos, excepcional ubicación geográfica, sede del Palacio Nacional y de otras edificaciones emblemáticas y residencia de varias generaciones de familias que simbolizan acendradas tradiciones.

El reportaje publicado ayer en El Nacional desnuda a un Gazcue abandonado y agredido por la incivilidad, con la instalación desordenada de negocios de todo tipo, incluido siete prostíbulos visibles, caos en el transporte y estacionamiento y ruido infernal que promueven colmadones y negocios de venduterías callejeras.

Duele saber que más de 350 viviendas definidas como Patrimonio Urbanístico de la Humanidad, se caen a pedazos en el que fuera una vez el más elegante residencial del vetusto Santo Domingo, donde hoy las aceras están vedadas a transeúntes e invadidas por vehículos que las usan como estacionamientos.

De nada ha servido el eufemístico título otorgado a Gazcue por el Ayuntamiento del Distrito Nacional, de “Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico de Santo Domingo”, pues ese sector es hoy un arrabal, lleno de prostíbulos, talleres de mecánica, instituciones públicas, banca de apuestas y colmados sin la menor regulación de una municipalidad ausente e indiferente.

Lo que se pide del Gobierno y del Ayuntamiento es que acudan en auxilio de Gazcue, que es un patrimonio de la ciudad y porque sus residentes merecen la atención de las autoridades obligadas a recuperar el esplendor y tradición de uno de los cuadrantes urbanos de mayor riqueza urbanística, histórica y cultural.

Mal gusto

La Procuraduría General cree que ha logrado reinsertar a la sociedad a un reo que asesinó a su esposa embarazada, y le apadrinó su casamiento por la Iglesia Católica con una dama que cumplió condena de cinco años por narcotráfico, en despampanante bodas celebradas en la Catedral de Santiago.
A contrapelo de lo que creen el procurador general, Francisco Domínguez Brito y al obispado de Santiago que prestó la Catedral para ese acontecimiento social, ese ha sido un acto estrambótico, de mal gusto que envía señal equivocada a la sociedad.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación