Editorial

Gobernabilidad

Gobernabilidad

Aun con reparos, el candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno (PRM), licenciado Luis Abinader, reconoció ayer el triunfo del presidente Danilo Medina y del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en las elecciones del domingo, lo que debería contribuir con sosiego post electoral.

Abinader resaltó que su postulación sustentada por varios partidos ganó el respeto de los electores porque se convirtió en la única alternativa democrática posible, por lo que proclamó que “no nos podemos sentir derrotados porque ganamos”, además de exhortar a sus partidarios a mantenerse unidos, sin dispersarse.

Lo que se espera de un candidato que no pudo obtener el voto mayoritario, es lo que ha hecho el licenciado Abinader: destacar los lauros obtenidos en términos de sumatoria de sufragio y percepción de respaldo de los electores, que le permitirían situarse como representante de la oposición política.

Quizás el discurso del candidato perdedor debió empezar con un reconocimiento puro y simple de la victoria electoral del presidente Danilo Medina y del PLD, sin tener que renunciar a los argumentos expuestos como causales del resultado final de las votaciones.

La gobernabilidad nace del vientre de la Constitución de la República, por lo que su sostenibilidad no puede depender de pactos o convenios de tipo político o jurídico, como planteó el licenciado Abinader, quien advirtió que ese activo social no tendría sustento real si no se reemplaza de inmediato a los miembros de la Junta Central Electoral (JCE) y al Tribunal Superior Electoral (TSE).

Es claro que la gobernabilidad, sosiego o tranquilidad social es un bien innegociable que se sustenta en un régimen político basado en el cumplimiento de su Ley Sustantiva y de todas las leyes adjetivas que en su forma, contenido y legalidad representan el sentir de la voluntad popular.

Los jueces electorales se reemplazan o se confirman por el órgano señalado por la Constitución y en los plazos previstos, en base a negociación de los entes políticos y sociales, sin que se ponga en riesgo la gobernabilidad, cuya fuente de legitimidad ya ha sido predeterminada por la composición de los poderes públicos como resultado de las elecciones.

El liderazgo político está compelido a contribuir con el fortalecimiento de la democracia sin pretender imponer ningún juego de ruleta rusa con la gobernabilidad, cuya fortaleza y sostenibilidad es un compromiso de todos.

El Nacional

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