(Y II)
El fundador de la República, Juan Pablo Duarte, apostilló, lúcido y perspicaz, que “el Gobierno debe mostrarse justo y enérgico…”, o no tendremos patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”. La circunstancia histórica reclama rigurosidad y radicalidad, y estar preparados porque, en cualquier amanecer, un tropel de nativos del Occidente de la isla entra a territorio dominicano, con los guardias penosamente de rodillas, o se frena a cualquier precio.
El desafío está en Haití, en la frontera y en República Dominicana: autoridades haitianas reinician la construcción de un canal, para desviar las aguas del río Masacre; en la frontera matan con frecuencia a soldados dominicanos, y el 56% de los trabajadores migrantes informales en hoteles son extranjeros, y estos a menudo ultiman a residentes locales.
Los forasteros siguen penetrando por cuatro pasos fronterizos oficiales, que son Juana Méndez, en Dajabón; Belledere, en Elías Piña; Malpasse, en Jimaní y Anses a Pitre, en Pedernales, donde extorsionan a los centinelas, y también cruzan con visas y simulando participar en los mercados bilanacionales que son efectuados de lunes y viernes.
Otros entran, especialmente por la noche, por 55 cruces informales habilitados en conucos o fincas, montes y montañas, y son guiados por los poteas o dominicanos que cobran entre dos mil y tres mil pesos para pasarlos y alojarlos en ranchos hasta que se internen en campos o ciudades.
¿Y por qué no son atrapados en los chequeos de las carreteras por los militares?
Para reducir el flujo ilegal, habrá que colocar cámaras en los 55 cruces informales, aumentar el número de centinelas y someter a la Justicia a miembros del Cesfront y a los poteas por violar la Ley 137-03 sobre Tráfico Ilícito de Migrantes y Trata de personas.
Adicional a los sobrevuelos de los aviones Super Tucanos (¿?), en el 2014 fueron instaladas unas 150 cámaras de seguridad en los puestos de chequeos fronterizos, con el otro objetivo de vigilar a unos “8,500 militares” que las custodiaban las 24 horas, para disminuir el tráfico de drogas, armas, personas y ganado.
La verja o muro con sensores trepida como la elección más viable para salvaguardar la seguridad nacional, y en tanto avanza su construcción se impone sellar o acordonar militarmente la franja fronteriza, a propósito del próximo operativo de una fuerza policial internacional auspiciado por la ONU, para yugular a las pandillas de criminales que asolan y controlan gran parte de Haití.
Tenemos que bloquear la frontera, como sea, con ametralladoras de alto calibre, tanquetas de guerra, automóviles todoterreno y otros utensilios bélicos, para evitar una estampida de forajidos hacia el territorio dominicano, cuando arriben a Haití las tropas de Kenia y otras naciones. El momento exige que protejamos la patria, contra capa y espada.