La Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha manifestado su gran preocupación por la falta de bosques en Haití y la carencia de agua que paulatinamente se acaba allí, agobiando las penurias del conglomerado humano que habita ese territorio, situación que repercute negativamente en la República Dominicana.
A través de esta columna, hemos insistido en la necesidad de preservar nuestra reforesta para que los árboles retengan el agua y siga su curso hacia los ríos, evitando que el líquido se vaya al mar, en desmedro de la población que requiere ese rico recurso hídrico para subsistencia, no solo para el consumo humano, sino para la producción agropecuaria, un eje importante en la producción de alimentos y fuentes de empleos.
La ONU expresó que es preocupante que a nivel mundial, las comunidades enfrenten desafíos crecientes relacionados con el agua, haciendo hincapié en que los 193 países que conforman el organismo, aprobó el pasado año un programa para el desarrollo sostenible, destacando en la agenda de prioridades, el recurso agua como una responsabilidad colectiva.
El presidente Luis Abinader terminaría su mandato casándose con la gloria, en caso de que su gobierno emprenda una política severa, sin contemplaciones ni paños tibios ,contra los haitianos que depredan nuestros bosques que sirven para proteger el agua y mitigar los efectos del cambio climático.
La protección de nuestra foresta debe ser una tarea fundamental y un compromiso ineludible del jefe de Estado, para bienestar de los dominicanos que sufren la insensatez, de una inmigración haitiana que crece diariamente, en ausencia de un muro que la frene, y no continúe su carrera, ocasionando daños en el universo del territorio nacional.
Hay sectores que abogan por una base de sustentabilidad para cuidar los recursos naturales del país. Existen propuestas para la creación de empleos y alternativas que sustituyan el carbón y la leña, utilizados por los haitianos.