La República Dominicana cada día pierde territorio, cada día se borra su identidad, cada 24 horas nos invaden más haitianos ilegales, situación que ocasiona que nuestros nacionales se sientan acorralados por una penetración abierta, pública y notoria de una inmigración incesante de los nacidos en Haití, sin que se vislumbre una luz en el horizonte que frenen a este tenebroso panorama, cuya solución, parece ser, una violenta confrontación bélica que dejará una gran estela de muertos de ambos lados.
Mientras todo esto ocurre, algunos países desarrollados articulan urdimbres para hundir a una nación, como la nuestra llena de pobreza, pero sus hombres han mostrados a través de la historia que están llenos de valor patriótico y cada vez, que una potencia mancilla la soberanía nacional, ha recibido el fuego de las ametralladoras y fusiles, sin importar el grueso armamentos de sus poderosos ejércitos.
Canadá, Estados Unidos y Francia no aceptan haitianos ilegales en sus respectivos territorios, como tampoco los aceptan una veintena de países del Caribe que componen el CARICOM, un organismo que los agrupa para defender sus intereses comunes.
La RD cada día pierde territorio y cada día se borra su identidad
Y las citadas naciones desarrolladas sólo miran hacia al país, como solución a la grave crisis haitiana, rechazando categóricamente abordar la violencia mortífera y criminal que predomina en Haití, en su propio terruño, lo que implica que serán los dominicanos, independientemente de cualquier gobierno y el Ejército, que se verán obligados a defender a la Patria y a su propia subsistencia como seres humanos que necesitan vivir con variables esenciales , principalmente con alimentos, salud y educación.
Ahora, pues, no solo afrontamos una ocupación de parte de Haití, sino que sus parturientas ilegales nos saturan, dando a luz a miles de niños que se quedan aquí y se desarrollan hasta procurar conseguir documentos que los doten de un status de legalidad, quitándole los empleos a los criollos y lacerando burdamente el presupuesto destinado a Salud Pública.
Conforme al Servicio Nacional de Salud, solamente en cinco meses las haitianas parieron 15 mil niños, otra población que se añade a la ya existente, y esto es consecuencia de un gran negocio que, instalado en la frontera, a través de un entramado tejido por militares y civiles que venden a sus madres y a la República por una migaja de pesos, mientras se observa una absoluta indiferencia de las autoridades del Estado que debe velar y proteger a sus habitantes y la seguridad nacional.