Opinión Articulistas

Haití y las deportaciones

Haití y las deportaciones

José Antonio Aybar

La deportación de haitianos desde la República Dominicana es un tema complejo que genera intensos debates.

Desde el punto de vista de la ilegalidad el país tiene el derecho y la obligación de regular la entrada y permanencia de extranjeros en su territorio.

La soberanía nacional implica la capacidad del Estado para hacer cumplir sus leyes migratorias y asegurar que quienes residen en su territorio lo hagan de manera legal. En este contexto, la deportación de haitianos sin documentación legal es una medida que busca garantizar el orden y la seguridad, así como la protección de los recursos nacionales.

Como las autoridades dominicanas sostienen, es necesario aplicar la ley de manera rigurosa para evitar el descontrol migratorio y preservar el bienestar social y económico de la nación.

Cierto que es crucial que estos procesos se lleven a cabo respetando los derechos humanos y asegurando un trato digno a los deportados, pero de ahí a catalogar las deportaciones de racistas, discriminatorias e inhumanas es una aseveración desproporcionada que tiene como único objetivo desacreditar al país ante el mundo.

Diversos grupos de derechos humanos han señalado la importancia de evitar prácticas discriminatorias o inhumanas durante las deportaciones, con lo que el Estado dominicano siempre ha estado conteste. Sin embargo, esos organismos y agrupaciones se han hecho de la vista gorda frente a los abusos que históricamente han cometido las autoridades haitianas contra sus propios ciudadanos.

Ningún ciudadano al que se le garanticen derechos tan elementales como alimentación, salud y educación tendría como opción marcharse de su país.

Las autoridades haitianas ni el derecho a la identidad han garantizado a sus compatriotas, por lo que harían muy bien en ver la paja en su ojo y no inventar vigas en el vecino que, por años, le ha servido de válvula de escape a sus fallidos gobiernos.