A Perezfuentes
El despecho es otro cáncer que se manifiesta en una guerra cotidiana de desgaste, sin cohetes, disparos, cañones o tanques.
No descansa y generalmente se expresa en la violencia doméstica, la manipulación tenaz, la calumnia y la utilización de los hijos para los fines más horrendos, la mentira y el insulto. Se manifiesta cuando la hembra logra zafarse de los designios de quien se asumió como su «esposo», sean estos amorosos, de estatus, o económicos.
He presenciado en el último año las maniobras de despecho de un hombre que juró destruir a su ex-mujer en todos los planos: «Te quitaré el empleo, la reputación, los hijos y hasta la vida», y lo que es peor, con la ayuda de abogadas mercenarias para quienes el dinero pesa más que cualquier ejercicio de conciencia o solidaridad femenina.
Y, como en el Holocausto, todo sucede mientras a nivel laboral quienes están a cargo parecen permanecer indiferentes frente al intento de genocidio de una reputación; de la competencia infundada; de la envidia y de no sabemos cuales secretos desiginios, anhelos o motivaciones, del lavado sistemático de cerebro de infantes a quienes se manipula a diario.. Pequeñas luchas de poder de hombres que una vez creímos que podían llamarse hombres, no enfermos del falso orgullo y del falso poder.
Hacen falta acciones ejemplarizadoras, a la antigua, donde el honor o defensa vía el duelo, o vía los puñetazos, a quienes difamaban o abusaban, hacía que los abusadores estructurales aprendieran que había consecuencias para sus acciones. La impunidad genera una especie de soberbia, de falta de consecuencia y ya va siendo hora de ir poniendo cada cosa en su lugar, y de que quien miente, manipula y destruye la inocencia de la niñez, entienda que hay sanciones morales para sus acciones.
?Que se puede decir de un padre que se violenta cuando sus hijos intentan pedirle que quieren quedarse un año más en su escuela, un año para conocer el país de sus ancestros y los manda a callar, y les exige absoluta obediencia? O un padre que se violenta cuando les habla mal de su madre y estos tratan de explicarle que su madre no es así, que está enfrascada en su trabajo, que está tratando de ayudar a otra gente. Son las reacciones típicas de la psicopatía: «Mientras hagas lo que te digo, mientras obedezcas, mientras cumplas con mis designios te amaré, te trataré bien, te ayudaré. Si algún día me llevas la contraria te destruiré».
El país está lleno de estos enfermos mentales , los Hitler criollos, los Pacoredos, los Manolo Plata, los Johnny Abbes, gente que se vengó del mundo que heredaron sin que nadie más allá de su madre o padre tuviera la culpa.