Tanto como a los crímenes en sí, con casos como el del agente policial que fue ultimado en Higüey se tiene que auscultar el estado de ánimo de la población. El raso Rafael Ramón Díaz Casier, de 28 años de edad, fue muerto de seis tiros al impedir que una turba se llevara a un herido del área de emergencia del hospital Nuestra Señora de la Altagracia.
Los agresores no repararon en principio de autoridad ni en nada en su determinación de llevarse al herido John Félix Castillo Ávila. Como el agente policial opuso resistencia se originó una discusión que terminó con los balazos que le segaron la vida.
Tal parece que la gente está muy irritada o que no cree más que en sus propias leyes. No es la primera vez que ocurren incidentes de tal naturaleza en hospitales públicos. Y de ahí el toque de atención con el caso de Higüey, que en modo alguno se puede ver como aislado. Con detener a los responsables del crimen no basta. Tiene que evaluarse ese tipo de conducta.