La reciente decisión del Tribunal Constitucional de despenalizar las injustas normas que discriminaban a los uniformados por su orientación sexual ha sido un acierto significativo.
Sin embargo, una vez más, la jerarquía eclesiástica y algunos legisladores se han pronuciado en contra de esta medida justa, y en clara contradicción con el sentir de una parte importante de la población.
Durante años, los miembros de las fuerzas armadas acusados de homosexualidad sufrieron un trato denigrante y cruel.
Eran despojados de sus insignias, obligados a marchar entre insultos frente a sus compañeros y despedidos de manera humillante. Sin embargo, esto no alteró en lo más mínimo su orientación sexual, ni la de sus compañeros.
En lugar de celebrar el fin de esta discriminación, algunos medios han optado por sembrar temor en torno al tema del “matrimonio homosexual”, presentándolo como si fuera una catástrofe inminente para nuestra sociedad.
Se olvida que el matrimonio igualitario fue aprobado en España hace 20 años y ya se reconoce en 34 países, incluida Puerto Rico, Cuba, Argentina, México y Estados Unidos —donde la Corte Suprema recientemente rechazó un intento de anularlo.
¿Qué ha sucedido en esos países? ¿Ha desatado algún desastre? No. Lo que ha cambiado es que más personas han encontrado la felicidad y la aceptación que merecen.
Si no estás a favor del matrimonio igualitario, simplemente elige no casarte con alguien de tu mismo género. En un país laico como el nuestro, nadie tiene el derecho de imponer sus creencias a toda la población.
Sobre la idea de que los homosexuales no son aptos para las fuerzas armadas, recordemos personajes históricos como Alejandro Magno, Julio César y el famoso Batallón de Tebas en Grecia, así como muchos otros líderes mundiales cuyas preferencias sexuales eran por personas de su mismo sexo.
En conversaciones, es común escuchar: “No tengo nada en contra de los homosexuales, pero…” Esa conjunción revela actitudes homofóbicas que aún persisten en nuestra sociedad. A pesar de la apertura promovidos por el Papa Francisco, algunos líderes religiosos continúan manteniendo una postura homofóbica.
Agradecemos a los jueces del Tribunal Superior por ofrecer un rayo de esperanza y justicia, especialmente ante la resistencia de nuestros legisladores y políticos que se opusieron a incluir la protección contra la discriminación por orientación sexual en el nuevo código penal.
Ojalá en un futuro cercano podamos dejar atrás esta mojigatería y aprobar uniones legales sin importar el sexo de los contrayentes.

