Saber retirarse a tiempo en política, implica una alta categoría histórica. Hay momentos que exigen dar un paso adelante y dos pasos atrás, como una vez exhortó el gran líder ruso Vladimir Lenin.

Cuando un líder reconoce que tiene que retroceder y abrir espacios de poder a nuevas fuerzas políticas y sociales que cuentan con suficiente apoyo popular, salva vidas y en muchos casos, la propia.

Creo haber dado pistas de que me refiero a Nicolás Maduro y el pueblo de Venezuela, que deberá elegir un nuevo mandatario el 28 de julio.

Los observadores internacionales e incluso, algunos amigos del régimen chavista, han llamado la atención al presidente Maduro sobre las trabas impuestas para el proceso electoral, que comenzó con la inhabilitación de la líder de la oposición, María Corina Machado y luego con la filósofa Corina Yoris.

Todas las encuestas reflejan claramente una amplia ventaja de Edmundo González sobre el presidente Nicolás Maduro. Indebidamente, el presidente venezolano declaró públicamente que ganaría las elecciones de julio a las buenas o a las malas, tocando con esto el botón de alarma de la comunidad internacional que aspira a una salida democrática en la patria de Simón Bolívar.

Versados en la Ciencia Política, han manifestado en diversos escenarios, que lo que más le conviene al pueblo venezolano para recuperar el espacio perdido en el sentido lato de la palabra, es una transición negociada, que garantice una salida honorable a los líderes chavistas y abra la compuerta del poder a Edmundo González y a la líder indiscutible de la oposición, Corina Machado, quien recibió más de 90 por ciento en las primarias y sin embargo, no se le permitió presentarse.

Venezuela vive momentos terribles. Las cárceles están repletas de presos políticos y la persecución selectiva contra la oposición no se detiene.

Al final de la jornada, las Fuerzas Armadas Bolivarianas deberán actuar en dos direcciones: reconociendo la derrota de Maduro o legitimando con las armas la dictadura a las malas por encima de todos los venezolanos.

Por: Ramón Rodriguez
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