El desconocer la finalidad del porqué se ejecuta una acción, en muchas ocasiones, nos lleva a conjeturar sobre el fin último de la misma.
Esto, a pesar de que, por igual, en otras tantas ocasiones, no bastan las justificaciones o encubrimientos para ocultar hacia donde se dirigen las intenciones.
Podríamos exponer innúmeras acciones de cosas llevadas a cabo para obtener objetivos que en nada tienen que ver con lo mejor para quien o quienes está dirigida la acción.
Pondremos el caso del problema del tránsito en algunas de sus vertientes, pero, que son olímpicamente ignoradas en cuanto su solución, por el simple hecho de que es mejor teorizar y hacer negocios de aprovisionamientos y avituallamientos, sin tomar en consideración las características principales que afectan el control de este problema, es decir, los propios agentes llamados a poner el orden en el tránsito.
Pero, primero hablemos sobre el querer engañarse en base a una hiper inundación de la publicidad, manipulada en base a teorías y suposiciones, o jugar aviesamente con premisas falsas y ciertas.

Es el caso que nos acogota en estos críticos momentos que vivimos en nuestras calles, donde no sabemos si estamos en Pakistán o la India.
No han querido entender que este tipo de publicidad engañosa, en vez de bien, lo que hace es enfadar a la gente y esto nos lleva a preguntar lo siguiente: ¿Será que los funcionarios, políticos, militares y policías que participan en la elaboración de estas mentiras no transitan por nuestras calles, como pasa con el MOPC que tampoco ve la realidad del como las condiciones de las carreteras contribuye enormemente con este mal?
En cuanto a este tema, no pregunten por la carretera de Casabito-Constanza, porque está de maravilla, destruyéndose día a día por culpa de los pesados camiones y nadie dice ni hace nada para corregir este entuerto, para después, aducir que se debe tomar un préstamo para volver a arreglarla, ya que, al parecer, es ahí donde está el secreto de todo.
Pero no nos desviemos y preguntemos: ¿con los más de 20 mil millones gastados en esta publicidad, se hubiese podido fabricar otro puente que uniese la zona Oriental y el Oeste? Y esto, no es una locura, ya que, por ahí andan los planos para ejecutar esta obra, paralela a los demás y que, si mal no recuerdo, de alguna manera tiene que ver con la calle Josefa Brea.
Pero, volvamos a los agentes, esa aglomeración de gente mal uniformados, mal armados, mal entrenados y sin ningún tipo de seguimiento y régimen de consecuencias por su accionar, que, en vez de enfocarse en su “educación”, continúan obsesionados con un entrenamiento obsoleto, donde al parecer, es más importante enseñarles a saludar y marchar militarmente, que educarlos.
Son muchachos (as) barriales, cuya formación cívica y moral, apenas raya en lo esencial -si es que llegan-, y, una vez dentro de la institución, al poco tiempo son enviados a las calles, donde de inmediato, les sale su origen de tigueres y como tales se comportan, pero, con la diferencia de que ahora, poseen un arma legal y nadie se preocupa por darles, antes de esto, la educación que no pudieron obtener tanto en el hogar como en el medio ambiente en que fueron criados.
Claro, ningún político, civil o policial, parece haberse dado cuenta de este problema y, de ahí, el comportamiento soez, prepotente, ineficiente, abusivo, corrupto, criminal y sin conocimiento de causa de estos desposeídos hasta de delicadeza personal. Y es que no se sienten ser Agentes policiales, porque carecen del espíritu de pertenencia hacia la institución y se nota a lo lejos en ese comportamiento despejado de cualquier tipo de responsabilidad social. No hay de otra porque así es. ¡Sí señor!