Editorial

Ilógico

Ilógico

Sin tomar en cuenta previsiones relacionadas con la preservación del medio ambiente e incremento de gasto de divisa en repuestos, aceite, neumáticos, combustibles y otros artículos, el Senado de la República aprobó en dos lecturas consecutivas el proyecto de ley que aumenta el límite para la importación de vehículos usados de cinco a siete años. Ojalá que en términos ambientales y económicos fuera posible importar carros, autobuses y equipos agrícolas con cincuenta años de antigüedad, pero cuando algo agrede al interés colectivo, simplemente no debe permitirse.

Ya desearían en Estados Unidos que en todos los países del tercer mundo se permitiera el ingreso de vehículos con más de cinco años de fabricación, pues significaría liberar a esa nación de un grave problema de contaminación ambiental. El Senado ha aprobado tan conflictivo proyecto para cumplir con una promesa electoral que el titular de ese hemiciclo formuló a los gremios empresariales que mercadean vehículos usados, pero es evidente que la Comisión de Hacienda de ese poder legislativo no consideró las graves repercusiones de medio ambiente y económicas que significa ampliar de cinco a siete años el límite de importación de vehículos de motor.

Si de verdad se desea beneficiar al sector importador y distribuidor de vehículos usados, mejor sería que se apruebe una ley que facilite la renovación de la destartalada flotilla de carros del transporte urbano, compuesto por unidades que son verdaderas bombas de tiempo.

Los promotores de ese proyecto que modifica el artículo 2 de la ley 147-00 alegan que beneficiaría a la clase media, pero es difícil entender que una familia adquiera un vehículo con siete años de uso, cuando puede adquirir uno nuevo a un precio relativamente asequible, u otro con menos de cinco años de fabricado.
Lo lógico sería que se legisle en favor de la renovación del parque vehicular y no para convertir a República Dominicana en un gran mercado de chatarra subsidiaria de Estados Unidos y Asia, desde donde se importarían esos lotes de vehículos viejos, cuya vida útil no se extendería por más de dos o tres años.

El mercado de vehículos usados puede sobrevivir y desarrollarse con la ley que limita la importación de automotores con un máximo de cinco años de fabricación, por lo que resulta ilógico e inexplicable que se pretenda autorizar por ley el ingreso de equipos con inmediata vocación de convertirse en chatarras con el consiguiente daño al medio ambiente.

El Nacional

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