Opinión Libre Pensar

Importancia de morirse

Importancia de morirse

Oscar López Reyes

(I)
Dejar de exhalar, seguido de un ritual de llantos, esquelas, flores, mensajes de fraterna solidaridad y elegías, desgarra y deshidrata en el abrumador crespón negro del desconsuelo, la aflicción y la inadmisible despedida sin retorno. El ángel de la muerte encarrila a un paraíso o a un infierno de bóvedas subterráneas.

La adoración del ser bien amado inerte no permite comprender que la infuncionalidad fisiológica y neurológica moldea como importante dialéctica del cambio: unos arriban desde ovarios de mujeres y otros se marchan hacia un sitio inexplorado y -si todos se eternizaran- la supervivencia humana zumbaría insoportable.

El individualismo existencial, y el egoísta deseo de seguir disfrutando de placeres, experiencias, palpitaciones y las sonrisas de los semejantes, el rocío perfumado de los jardines de rosas rojas y el reposo del cuerpo y el alma, La tierra se halla en estado de agitación desde hace más de tres mil 800 millones de años, y los seres humanos desde la aparición del Homo sapiens, en África, hace aproximadamente 200 mil años. Demógrafos calculan que han existido 117 mil millones de personas, y fallecidos 109 mil millones, lo que significa que en el 2025 poco más de 8 mil millones habitan el planeta.

Si los 117 mil millones de individuos subsistiera, ¿habría terrenos, viviendas, trabajo, centros sanitarios y educativos y alimentos para todos ellos? Si ninguno expirara, los estudiosos estiman que la población aumentaría diariamente un 42% adicional. Al alumbrar pocas criaturas y desaparecer muchas, la economía sería insostenible.

En ese recoveco circundado de misterios, prevalezca o no el pandemonio, indudablemente que la muerte se acicala como importante. Lógicamente, el deceso priva de la experiencia y de científicos (inventores y descubridores) y emprendedores de mentes luminosas que han cambiado el rumbo del orbe. Retrasar el envejecimiento – ya se puede llegar hasta 120 años-, pero aspirar a vivir hasta 500 años y acabar con las enfermedades a través del avance de la tecnología y la ciencia médica, como la ingeniería genética y los telómeros cromosomales y la ingeniería genética, tendríamos una caótica superpoblación.
En las próximas décadas, ¿bajará el número de nacimientos o se incrementará la población mundial y alargará la longevidad, con las terapias con células madre, la nanotecnología, la ingeniería tisular o la inteligencia artificial?.

Las personas se extinguen por la vejez, por sufrir accidentes, por un rayo, una electrocución, un ciclón o terremoto; por el accionar de un semejante o por cuenta propia.

Pero si se prolonga el desenlace final y los mortales se amontonan en el hacinamiento de la mundología, la partida por la ausencia bioeléctrica del cerebro será peor: falta de agua y comestibles, de espacio físico para cohabitar y ahogado por la saturación de aire harto contaminado.