Opinión Articulistas

¿Infancia duartiana?

¿Infancia duartiana?

Chiqui Vicioso

Sabemos que supuestamente Cuba agoniza, después de 65 años de bloqueo. La administración trumpiana le ha puesto una docena más de sanciones a las 349 que añadió en su primer periodo. Sabemos que tienen expertos y expertas pensando 24 horas qué ángulo queda que no ha sido sancionado, porque como dijo ese héroe de ficción que es Marco Rubio: “Sabemos que estamos matando al pueblo cubano de hambre, pero no podemos ayudarlos hasta que tumben el régimen”.

Así, este inédito genocidio de matar a un pueblo de hambre porque no complace los designios de “América para los norteamericanos” que anunciara la Doctrina Monroe hace cuchumil años, se mantiene sin que el Tribunal de la Haya sancione a los Estados Unidos por genocidio, y sin que Latinoamérica y el Caribe unidos se planten y digan: ¡Basta!”.

Rubio y otros cubanos encontraron su pasaporte a la política norteamericana en el anticastrismo, pero resulta que nunca han estado en Cuba, y sus padres escaparon no de la Revolución sino de la dictadura de Batista en los cincuenta. Si ellos supieran el cúmulo de maldiciones que cargan arriba, por la miseria que imponen, tendrían mucho cuidado por donde caminan.

Y, ¿qué tiene esto que ver con la infancia dominicana?
Que ayer vimos un coro infantil de La Habana, cantándole a Martí y Cuba y todos nos pusimos a llorar, porque esos niños (que se ganaron un Grammy por su Guantanamerita), se veían saludables, nítidos y felices y, porque representan el amor patrio que reciben en sus escuelas desde el preescolar.

Pensé en el Instituto Duartiano, enfermo de antihaitianismo y sin una propuesta pedagógica para la promoción de la vida y obra de Juan Pablo Duarte. En Cuba, a la entrada de cada escuela, hay un busto de José Martí y la infancia, antes de entrar a clases, saluda al prócer con una canción compuesta para él.
Me recuerda el colegio Salvador Cucurullo, Nexa, en Santiago, donde l@s que sacaban mejores notas se ganaban subir la bandera, y donde recitábamos a diario: “Qué Linda en el tope estas”.

El profesor Curiel enseñaba historia patria, y se premiaban las mejores composiciones en encuentros entre cursos, donde @l ganad@r leía su trabajo en voz alta
¿Qué le cuesta al Instituto Duartiano dotar las escuelas de un busto de Duarte?, ¿Hacer una versión ilustrada y popular de los Apuntes de Rosa Duarte y distribuirla en masa? ¿Gestar un acuerdo con la Escuela Nacional de Bellas Artes para talleres a nivel nacional de dibujo y escultura, de Duarte? ¿Promover un concurso para un Himno a los padres de la Patria?

En la infancia sobrevive y perdura la nación. Gracias por recordárnoslo, admirada, y respetada, Cuba, toque de odio, los cientos de miles de nacionales de la vecina República en esta parte de la isla preocupan a sectores sensatos. Otros, sin embargo, han visto en el problema un ingrediente explosivo para usarlo contra la actual administración.