Los frustrados intentos de asesinato del candidato presidencial republicano Donald Trump revisten de mucha inquietud el proceso electoral en Estados Unidos.
El 13 de julio el también expresidente fue alcanzado de un disparo en una oreja, mientras participaba en un acto proselitista.
Ahora se ha dado cuenta de una balacera cerca de su club de golf en Palm Beach, Florida, y de la detención de una persona que se dice tenía la intención de dispararle.
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Los sucesos provocan lógica perturbación en una carrera en que la pasión ha alcanzado niveles imprevistos.
Los hechos indican que ante el creciente fanatismo o lucha de intereses, para prevenir una tragedia no solo el republicano necesita de una mayor protección personal, sino la vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris. Ambos podrían estar en la mira de la intolerancia en el actual proceso.