La economía dominicana está en una verdadera encrucijada con la suspensión de más de un millón de empleados por la pandemia del coronavirus. Las perspectivas fueran menos traumáticas de vislumbrarse alguna señal para reactivar las actividades productivas en el más breve plazo, pero no es el caso. El dato sobre la suspensión de empleados proporcionado por el vicepresidente ejecutivo del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), César Dargam, invita a reflexionar al liderazgo político, social y económico sobre la suerte del país. La crisis sanitaria ha evidenciado la fragilidad del actual sistema. Esa tenebrosa realidad, que golpea en mayor medida a importantes sectores, es uno de los principales ingredientes para enfrentar con más rigor la epidemia que azota a la nación. La inquietante suspensión de empleados es obvio que torna más tétrico el presente drama.

