Opinión SUFRAGIO

Jornada reducida

Jornada reducida

Eddy Olivares Ortega

El momento determinante de la lucha por la reducción de la jornada laboral de 12 y 14 horas fue la huelga de los Estados Unidos del 1 de mayo de 1886, en la que la sangre de los trabajadores se convirtió en un río que desbordó las calles de Chicago.

Motivados por el justo reclamo de ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho de recreación, los trabajadores fueron ametrallados por la policía y convertidos en los “Mártires de Chicago”, en cuyo honor la entonces influyente Segunda Internacional Socialista, celebrada en París en 1889, proclamó el 1ro. de mayo como el Día del Trabajador.

Era un tiempo en el que el empleador del mundo industrializado era sordo a cualquier reivindicación obrera. Las protestas eran respondidas con represión, debido a que los patronos entendían que el progreso solo era posible a través de las largas jornadas de los trabajadores. Para ellos, limitar el tiempo de trabajo era una amenaza al orden económico.

Más de un siglo después, Europa está protagonizando una nueva transformación del tiempo laboral, la cual se destaca más en naciones como Países Bajos y Alemania, sin enfrentamientos, sin mártires y sin la sombra de la violencia obrera-patronal que caracterizó los albores de la industrialización.

Actualmente, la media en la Unión Europea es de 36 horas semanales. Grecia es el país de la UE donde más tiempo se trabaja, casi 39.8 horas, seguido de Bulgaria, Polonia y Rumanía con 39, 38.9 y 38.8 horas, respectivamente. En cambio, los que tienen jornadas más reducidas son Países Bajos, con 32.1 y Noruega, con 33.7, seguidas por Austria, Alemania y Dinamarca, con 33.9 horas semanales.

Lo que antes se conquistó a fuerza de huelgas y movilizaciones, en este primer cuarto del siglo XXI se materializa como resultado de decisiones estratégicas de los propios empleadores, quienes reconocen beneficios económicos, sociales y organizacionales en la reducción de la jornada.

Como se ha observado, en esta nueva reducción de la jornada laboral se destaca Países Bajos, que se ha convertido en una referencia global de flexibilidad laboral. Los holandeses han asumido la jornada reducida y el trabajo a tiempo parcial como herramientas para elevar la productividad, facilitar la conciliación familiar y mantener su fuerza laboral motivada. Todo esto la ha convertido en una de las naciones con mayor satisfacción laboral y mejores indicadores de bienestar. La reducción del tiempo de trabajo dejó de ser un reclamo sindical para convertirse en una política de eficiencia empresarial.

Alemania, por su parte, ha dado pasos similares. En sectores como la manufactura avanzada y la automoción, las empresas han encontrado en la reducción de la jornada una fórmula para atraer talento, disminuir el ausentismo y aumentar la calidad del trabajo. La productividad no depende de trabajar más horas, sino de trabajar mejor. Los alemanes están
conscientes de que, con su mercado laboral envejecido y una gran competencia por trabajadores altamente calificados, ofrecer jornadas más cortas es una ventaja estratégica.
La reducción de la jornada surge ahora por consenso y conveniencia, no por confrontación.
Esta ola llegará, más temprano que tarde, a las Américas. La República Dominicana
también la asumirá, convencida de que el capital humano ahora es un activo que debecuidarse.